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El recital de Sinatra peligra por la escasa venta de entradas

La escasa venta de entradas para el recital de Frank Sinatra en Madrid pone en peligro su celebración, prevista para mañana a las nueve de la noche en el estadio Bernabéu. Mientras el promotor, Arsenio Marcos, aseguró anoche que se había vendido el 50% de las entradas, fuentes próximas a la producción del espectáculo, cifraron la venta en unas 6.000, hasta ayer. Alex Zara, intermediario entre la producción y el cantante (y desautorizado por Marcos), habló de 10.000 vendidas. Han sido puestas a la venta unas 65.000. Sinatra llegó al atardecer a Madrid y provocó un tumulto en Barajas, porque había convocado una conferencia de prensa a la que luego no asistió.

"No hay por qué asustarse", dijo Arsenio Marcos anoche al escuchar la posibilidad de que el con cierto de Sinatra fuera suspendido; "al fin de cuentas, Sinatra está ya aquí". Agregó que se había vendido ya el 50%. por ciento de las entradas. Sin embargo, la organización ya proporcionaba esa cifra el viernes. Marcos explicó que en otros recitales, como el de Julio Iglesias, muchas entradas fueron adquiridas a última hora; y reconoció que no ha ayudado el mal tiempo de los últimos días: ayer y anteayer llovió con insistencia sobre Madrid.El cantante descansaba a última hora de anoche en el hotel Ritz, donde se aloja, cercado por tres cordones de seguridad independientes entre sí, y con instrucciones de no dejar pasar a nadie, salvo identificación previa. Su secretaria norteamericana de prensa, Susan Reynolds, sólo accedió a hablar con los periodistas al saber que querían preguntar sobre una eventual suspensión del concierto [es conocida la actitud reacia de Sinatra a cantar en locales vacíos]. Susan Reynolds repitió entonces numerosas veces que "el concierto se celebrará" informa Emma Roig.

Sinatra ocupa en el hotel la suite real, cuyo precio es de 200.000 pesetas al día. Sus acompañantes están alojados en otras 12 habitaciones, de forma que ocupan media primera planta.

Arsenio Marcos, que anoche a última hora no había "podido" hablar con Sinatra, explicó que éste ya ha percibido su caché, ligeramente inferior al millón de dólares (unos 134 millones de pesetas, ayer). El coste para el productor sí superará esa cifra, al haber abonado a Hacienda el 18% de impuestos. El alquiler del estadio ha supuesto 38 millones de pesetas, y la producción, "ha sido superior a lo normal".

Siempre de acuerdo con Marcos, los precios de 50.000 entradas, de las 65.000 previstas, oscilan entre las 2.000 y las 5.000 pesetas. Algo más de 900 cuestan 50.000, y las demás, entre las 12.000 y las 25.000. Marcos precisó que una parte de las entradas son invitaciones y cupo del Real Madrid.

Mudo ante la Prensa

La llegada de Sinatra a Madrid, al atardecer, provocó un tumulto en el aeropuerto con los periodistas. Aunque el abogado de Sinatra, Milton A. Runi, había ordenado a la una de la madrugada de ayer la convocatoria de una conferencia de prensa en Barajas y había pedido incluso el historial de los periodistas convocados (lo que le desaconsejó la organización), la rueda de prensa no se celebró. La parte española había llegado a imprimir ya las acreditaciones.

Eliot Wiseman, de la organización americana, explicó en el aeropuerto la convocatoria: "Ante los rumores de que Frank Sinatra no vendría a España, autorizamos una convocatoria de prensa local para que hicieran fotos y se viera que está en España".

Sinatra entró sobre las 19.00 horas en el vestíbulo de la terminal del aeropuerto fianqueado por dos cordones de la Policía Nacional. Acompañado de su mujer y de su abogado, Sinatra había caminado sólo tres pasos por el pasillo de la policía cuando el periodista Jesús Mariñas, de la cadena COPE, burló el cerco con gesto de culebra e intentó acercar un micrófono al cantante.

Varios policías nacionales lo rechazaron con energía y, al hacerlo, derribaron a una fila de fotógrafos.

El cantante y su mujer palidecieron por el incidente y caminaron más aprisa. Iban poco menos que empujados por miembros de su organización; algunos aplaudían. Sinatra paró a mitad de camino, al escuchar los gritos de algunos fotógrafos que le llamaban "¡Frankie, saluda!". Con una sonrisa más bien forzada, saludó. Llevaba camisa lila, pañuelo del mismo color en la chaqueta y gafas amarillas. Luego llegó hasta la salida y marchó en un Mercedes Benz tipo limousine, al que siguieron otros seis, todos de color azul. Sinatra y su mujer habían llegado procedentes de Palm Springs (California) a bordo de un reactor privado tipo Mystére matriculado con sus iniciales, que les llevó hasta el terminal de los aviones particulares.

Minutos antes de la llegada de Sinatra los fotógrafos habían hecho amago de marcharse, con el criterio de que se trataba de una "tomadura de pelo", al ver que un colega de una agencia de prensa del corazón lograba entrar hasta la pista.

Un guirigay

El fotógrafo acompañaba a la cantante Rocío Jurado, que se había ofrecido personalmente para recibir a Sinatra. Rocío Jurado, aceptada por la organización con el criterio de que "estaba bien que una cantante conocida en España recibiera a Sinatra", llevaba una pamela negra, como para una boda, y entregó un enorme ramo de flores a la mujer de Sinatra, Bárbara.

Desde las 17.00 horas, Eliot Wiseman, un individuo alto con acento de Nueva York, chaqueta clara y reloj y anillo macizos, había explicado que Sinatra no concedería una rueda de prensa, sino que saludaría- con la mano y posaría para los fotógrafos.

La oficina de prensa española, dirigida por José Luis Uribarri, intentó entonces calmar a los periodistas y, a la vez, convencer a los norteamericanos de la conveniencia de que el cantante hablase. Con las dificultades añadidas de las traducciones, debatiéndose en un gran guirigay, los norteamericanos no cedieron.

Un oficial de la Policía Nacional -habría unos 20 agentes por unos 70 periodistas- explicó además que no se podía habilitar una sala por "no haber sido solicitado el permiso con tiempo".

Fuentes de la organización española explicaron que la suspensión de la conferencia de prensa se debió a un cambio de última hora, pues Sinatra había dicho desde el avión que estaba muy cansado tras un viaje de 14 horas desde California. "Ha sido un chasco para todos", dijo un miembro de la organización española.

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