Gente de a pie

María es la esposa de un trabajador; María tiene 41 años y tres hijos, el menor de 11 años; María se ha quedado embarazada.El ginecólogo indica que, debido a su naturaleza sensible y delicada y a su edad, es peligroso desde cualquier punto de vista el nacimiento de la criatura. María se pasa noches llorando, pues no quiere abortar por razones morales, pero al fin comprende que es lo mejor para todos y se decide; pero ¿dónde?, ¿cómo? El ginecólogo "no sabe nada" de lugares, y ¿a quién preguntar?

Por fin, a través de mil secretos vericuetos le llega un teléfono de Londres, al cual llama y le dan un número de teléfono de una agencia de viajes de Madrid que se encarga de todo.

Pero hay que hacer el viaje, primero hasta Madrid, y luego volar por primera vez, y en qué circunstancias; toma el autobús hasta Madrid; luego un taxi hasta el aeropuerto y, por fin, ya está en el avión. María está asustada, y piensa que todos los viajeros la están mirando. Llegan a Londres y todo perfectamente organizado; la llevan al hotel, del hotel a la clínica, etcétera, y en cuatro días está de vuelta en su pueblo y en su casa. Pero cuál es la sorpresa de María cuando, al recogerla en el hotel y subir al vehículo que las lleva a la clínica, todos los viajeros son conocidos del viaje en avión; la mitad del pasaje venía a Londres a lo mismo.

Y nos preguntamos: ¿debe esto seguir así? ¿No es vergonzoso para los españoles ir medio a escondidas a Londres a hacer algo que perfectamente se podría hacer aquí? ¿Cuánto dinero se queda en el Reino Unido por esta causa? ¿Hasta cuándo tanto fariseísmo e hiprocresía?.-