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43º FESTIVAL DE VENECIA

La hora veneciana del cine español

Werther, la última película de Pilar Miró, se presentó ayer a concurso, y hoy lo hará el segundo filme español, El hermano bastardo de Dios, de Benito Rabal. Al mismo tiempo, se ha concedido ya un premio importante, el que la crítica internacional otorga al que consideran el mejor de entre los filmes elegidos para la semana de la crítica, una manifestación paralela al certamen. La distinción ha sido para Desordre, del francés Livier Assayas, y no puede decirse que haya sorprendido. La cinta de Assayas es la historia de un grupo de rock novel que se ve envuelto en un crimen que será el desencadenante de su éxito y de su destrucción. En palabras del director, ha querido contar historia de "una gente que traiciona al adolescente que fue, que traiciona el sueño que tenía de sí misma, y esto sólo puede expresarse a través de la violencia y la melancolía".

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En el Werther de Pilar Miró también hay mucha melancolía. Su protagonista, un profesor de griego interpretado por Eusebio Poncela, es un hombre que se siente a disgusto con el mundo que le rodea y que sólo se lleva bien con la naturaleza. Una serie de historias que se entrecruzan configura el entorno social y sentimental de ese héroe, libremente sacado de Goethe, especialmente la de un niño con problemas de comunicación del que él es preceptor. Pilar Miró juega en este caso con el dibujo de dos trayectorias simétricas, pero invertidas, pues el niño acabará manifestando e imponiendo sus deseos, mientras él renuncia a todo.Werther no es una película redonda, pero sí es la mejor rodada hasta ahora por Pilar Miró, que da un giro importante en su carrera y se embarca en una aventura muy distinta, en la que las imágenes no son ilustración de un guión preexistente, sino que poseen una carga de ambigüedad que las hace mucho más ricas. Por ejemplo, los personajes interpretados por Mercedes Sampietro y Feodor Atkine siempre permanecen dentro de una nebulosa, sin que esté muy claro si lo que dicen es lo que desean. Y la misma confianza en el poder de lo que se nos muestra permite que la cinta cobre una dimensión lírica, tal y como lo prueban la solución que sé da a cierta elipsis de tiempo -un coche aparcado en una plaza marca el ritmo del amor- o de carácter netamente simbólico -una bicicleta abandonada en el transbordador es la plasmación misma de la muerte A Werther le falta, a partir de un determinado momento, una mayor concentración en lo que es el núcleo de la historia, concentración que se pierde en algunos prolijos debates entre profesores de instituto. En cualquier caso, es un filme en el que la directora se atreve a sugerir más que a decir, en que intenta hacer sentir en vez de explicar, y eso es algo que no sólo se agradece en un cine tan dominado por la literatura como el nuestro, sino que, además, sí corresponde, aunque sea paradójico, a una versión moderna de un mito del romanticismo.

Humor y Argentina

Las últimas películas argentinas vistas en festivales estaban muy marcadas, y es lógico que fuera así, por el trauma de una dictadura particularmente sórdida. La cinta presentada en Venecia, La película del rey, de Carlos Sorin, escapa al cliché, pues es la crónica, bastante desenfadada y divertida, del rodaje de un proyecto loco y atrayente: la vida de un aventurero o iluminado que, a mediados del siglo XIX, quiso convertirse en rey de araucanos y patagones. El resultado, en un tono muy menor, pero agradable, es una suma de Aguirre, la cólera de Dios y Féllini 8 1/2-, pues la cinta acaba en un desastre paralelo al de la monarquia ilustrada y constitucional del improvisado monarca.La única película americana a competición, On Valentine's day, es algo así como un lujoso dramático televisivo, bien interpretado, tedioso y convencional. Su director Ken Harrison, es un becario del Sundance Institute Robert Redford, especializado en contar la vida de su familia. Visto lo que sucede en la película, que se plantea abiertamente como un pedazo de vida americana durante el año 1917, lo único que puede decirse es que el entorno familiar del cineasta no era el más estimulante y que On Valentines day bate un curioso récord: el de ser la película en que más veces se desean felices navidades unos personajes.

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