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43º FESTIVAL DE VENECIA

Los dramas familiares, argumento favorito de las películas del certamen

La jornada de ayer, la primera organizada ya a ritmo acelerado, fue totalmente maratoniana. Se trata de dar salida a todas las películas pendientes en cuatro últimos días que resultan intensísimos. A la película noruega X, de Oddvar Einarson, y a la italiana Romance, de Massimo Mazzuceo, se les han sumado la japonesa Kinema no tenchi y la francesa de Jacques Doillon titulada La puritane. Los dramas familiares copan la atención de las películas exhibidas.

Los cuatro títulos a competición han resultado interesantes por distintos motivos. El que lo es por razones más tangenciales y menos cinematográficos es Kinema no tenchi, una versión folletinesca de La noche americana situada en el Japón de entreguerras. El filme cuenta las peripecias de una chica que, de simple acomodadora, se convierte en estrella de cine.La noruega X ha sorprendido gratamente. Es un filme que no puede calificarse como de "gran aliento", pero sí es una obra bien hecha y bien contada, con excelente música y fotografía, con unos actores que dan el tipo y un buen número de imágenes inquietantes referidas a la Noruega contemporánea.

El italiano Massimo Mazzuco es un ex fotógrafo, y su película Romance muestra la confrontación entre dos mundos, el de un padre abandonado y solitario y el de un hijo familiarmente equilibrado y en buena situación económica. De ese encontrarse, después de muchos años, padre e hijo surge otra versión de la realidad, en la que el triunfo y las derrotas son valores mucho más relativos. Perjudicada por errores de ritmo notables, Romance conserva, sin embargo, una gran fuerza lírica en los momentos que pone en contacto con la naturaleza a los protagonistas y les devuelve a sus justas dimensiones.

Edipo entre bambalinas

La puritaine es una representación de la familia como un universo teatral, concretándose esta idea en la atormentada admiración y amor que existe entre un padre y una hija, Piccoli y Sandrine Bonnaire, los dos mejores actores vistos ahora en dos papeles dificilísimos que no siempre el texto o la situación hacen viables. La película de Doillon resulta irritante por su pedantería, por el exceso de palabrería que acompaña los gestos de los personajes; pero es brillante e inteligente. Doillon sabe hacer cine, es más, es víctima de su facilidad, del poco esfuerzo que dedica para convertir determinados momentos en creíbles dentro de su contexto.Para Doillon cualquier recurso es válido, como si el hecho de filmar con gusto y planificando estupendamente le disculpara de todo, como si agitar sus protagonistas como posesos, siempre deambulando de aquí para allá, fuera una manera de explicar la angustia cuando no es más que una manifestación de esa angustia.

La japonesa Kimena no techi, que parecería quedar fuera de ese drama familiar, puede incluirse en una relación no exhaustiva por el simple hecho de que todos los trabajadores de la Shochiku -que celebra los 50 años de sus nuevos estudios con esa cinta en honor de la productora- son la gran familia de la heroína, y que ésta, precisamente, descubrirá que su padre no es tal al mismo tiempo en que el director de películas se convierte en su auténtico maestro.

La puritana, Romance o Fatherland, del inglés Ken Loach, se interesan por padres e hijos, por las discordancias existentes entre el mundo imaginado y la realidad. En O Melissokomos, X o Round Midnight-autour de minuit no, existen vínculos de sangre, pero sí de admiración o amor entre gente que se lleva muchos años. En la primera, el sesentón Mastroiani tiene un encuentro crepuscular con una joven marginal; en la película noruega, ella no tiene mucho más de 12 años cuando él pasa de los 25.

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