Contestó a la carta de Edward Comsedish
publicada en EL PAÍS el 28 de agosto. Puesto que soy española, y muy orgullosa de serio, escribo para responder a la pregunta que pone en duda "el principio de igualdad de tiempo de todas las opiniones" en mi país. Su nación está muy lejos de respetar la opinión de nadie mientras tanto no respete a la persona como vía de esa opinión o idea. Cuando EE UU sea capaz de demostrar que no es racista, ni fascista, ni tirano sobre ningún pueblo o personas. Mientras su país no deje de ser temido por las demás naciones como una posible amenaza bélica y no suponga más que un amigo peligroso con el que es mejor estar a bien que a mal. Ese día, señor todos los españoles, y en general casi toda Europa, hablaremos mejor de ustedes.En cuanto a no ver más allá de nuestro ombligo le diría que el ombligo de mi nación ha alimentado a muchos pueblos durante una historia, que, con sus errores propios, es historia y pasado. Su país no puede mirar atrás sin mirar a Europa, su país no tiene en sí mismo riqueza histórica ni cultural.
La opinión que causa España a través de las opiniones que menciona no es otra que la crítica de un país que demuestra su honradez (la que usted pone en tela de juicio) y -su libertad de opinión. El complejo de conquistador al que usted se refiere no es un complejo, es una realidad. La esclavitud de las que fueron colonias españolas se acabó con el progreso de aquellos pueblos. La esclavitud que su país mantiene es de ayer y de hoy
Ustedes son los que no ven más allá de su ombligo, aunque dudo si alguna vez se han sentido parte tan importante de alguna vida; seguro que sí... de muchas muertes.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.