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ESPAÑA ANTE LA SDI

Madrid estudia un acuerdo con Washington sobre su participación en la 'guerra de las galaxias'

Un informe secreto, elaborado a petición de la presidencia del Gobierno español, aboga por la conclusión de un acuerdo marco entre Madrid y Washington con vistas a la participación de España en la iniciativa de defensa estratégica (SDI) norteamericana, según revelaron en la capital belga una fuente civil española y otra castrense. Pero el interés decreciente de la Administración del presidente Ronald Reagan en recabar el respaldo de sus aliados europeos para su guerra de las galaxias y el decepcionante panorama de la investigación en España parecen más bien orientar ahora al Ejecutivo socialista a fomentar contratos entre empresas españolas y estadounidenses, prescindiendo del acuerdo ole Estado a Estado.

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El Gabinete presidido por Felipe González rehusó aprobar o rechazar el pasado mes de enero el documento clasificado secreto DENIM número 065-82, que le había sido entregado un mes antes por una comisión interministerial. Mas de tres años después del anuncio de la puesta en marcha de la SDI, España es el único país de cierta importancia en Europa que carece de postura oficial sobre el terna.La no definición de una actitud de cara a una iniciativa que va a modificar radicalmente la seguridad militar de Occidente se explica en gran parte, en opinión de fuentes diplomáticas, por el referéndum sobre la participación de España en. la OTAN. El Ejecutivo socialista no quiso mermar entonces :sus posibilidades de victoria mezclando aquella campaña con un debate sobre la polémica guerra de las galaxias.

Anunciada en Bruselas por el ministro (le Defensa, Narcís Serra, en mayo de 1985, la creación de la comisión interministerial corresponde ante todo a la necesidad de dar una respuesta a la carta de su homólogo norteamericano, Caspar Weinberger, recibida dos meses antes en Madrid y en las demás capitales aliadas, en la que les invitaba a "cooperar en el programa investigación de la SDI".

En la misiva, considerada secreta por la Administración española, pero publicada íntegramente por Rafael Bardají en su libro La guerra de las galaxias (editorial INAPPS), Caspar Weinberber sugiere también que le sean comunicadas las áreas de investigación nacionales que más se acoplan al programa norteamericano, que propone explicar a los amigos europeos organizando encuentros en Washington.

Modernización militar

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Durante siete meses los subdirectores generales de las Direcciones Generales de Seguridad y Defensa del Ministerio de Asuntos Exteriores, de Innovación Tecnológica, del Ministerio de Industria, y de Programas de Innovación y Cooperación Tecnológica, del Ministerio de Defensa, así como dos expertos, un militas con graduación de coronel y un profesor universitario, pusieron por escrito la más profunda reflexión jamás hecha en España sobre la SDI y sus; implicaciones para la industria y la economía nacional.

Una evaluación de la situación de la investigación científica en la Península y varias entrevistas mantenidas en Washington conlos responsables de la SDI, empezando por su máximo jefe, el general James A. Abrahamson, incitaron a la comisión a aconsejar en sus conclusiones que la modernización de la producción de la industria militar española pasase por su incorporación a la SDI.

Al término de las 180 páginas de su primer volumen, los redactores del informe reconocían, no obstante, que Washington tenía ya escaso interés en concluir un acuerdo global con Madrid, similar al que le vincula a Londres y Bonn, excepto acaso por razones políticas y psicológicas, e indicaban una vía alternativa de colaboración con el proyecto.

La solución de recambio, apuntaba el documento, consistiría en promover los contactos entre empresas a ambos lados del Atlántico y en incitar también a laboratorios españoles a subcontratar con otros europeos encargados de sacar adelante algunos subprogramas de la famosa iniciativa de Reagan.

El informe no entraba en detalles sobre las empresas susceptibles de colaborar, remitiéndose para ello al exhaustivo informe elaborado poco antes para la Moncloa sobre Nuevas tecnologías, economía y sociedad en España", bajo la dirección de Manuel Castells y que ha sido publicado tras ser previamente expurgado de su capítulo militar, escrito por Javier Melero.

La elección de González

La alternativa sugerida por la comisión parece ser de hecho el camino subrepticiamente preconizado por Felipe González cuando hace algo menos de un año declaraba en síntesis, en Bonn, que las empresas podían ir mas allá que el Gobierno sin que éste pueda hacer nada para impedirles que participen en los planes de investigación que prevé esta iniciativa (véase EL PAÍS, 2 de octubre de 1985). Poco antes, en Pekín, el presidente había hecho hincapié, según su portavoz, Javier Solana, en que la SDI no era la vía adecuada para solucionar el problema del desarme.

Aunque sólo sea implícitamente, la conclusión de un acuerdo marco hispano-norteamericano parece ahora casi descartada. Satisfecha con los acuerdos alcanzados; con sus dos principales aliados europeos, la Casa Blanca no presiona ya para recabar el apoyo meramente simbólico que le podría proporcionar España frente a la URSS suscribiendo formalmente su guerra de las galaxias.

En cuanto al Gobierno español, a su deseo inicial de evitar enzarzarse en una nueva discusión sobre su política de Defensa se añade ahora una cierta decepción por las pocas migajas que recibirán los socios europeos solemnemente invitados al banquete de la SDI.

Desilusión europea

Narcís Serra, entusiasta partidario al principio de la colaboración española en el proyecto, confesó su escepticismo en unas jornadas de reflexión organizadas en Madrid a finales de mayo por la Fundación de Estudios sobre la Paz y las Relaciones Internacionales.

Su desencanto había sido inspirado, según contó, por sus interlocutores británicos, que en una reunión en Bruselas del Grupo Europeo Independiente de Programas de la OTAN, expresaron a puerta cerrada su desilusión por la escasa generosidad. de Washington a la hora de asociarles con el SDI. Y Gran Bretaña será, en terminos económicos, el principal beneficiario europeo de la guerra de las galaxias.

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