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Soviéticos e israelíes interrumpen sus conversaciones en Helsinki antes de lo previsto y sin acuerdo visible

Las conversaciones en Helsinki entre delegados de Israel y de la Unión Soviética -primer contacto oficial entre ambos países desde hace 19 años- quedaron interrumpidas ayer tras una única sesión de 90 minutos. La rápida conclusión del encuentro, programado inicialmente para prolongarse hasta hoy, causó sorpresa entre los observadores. No obstante, un portavoz de la Embajada israelí en la capital finlandesa manifestó que la decisión no significaba que las negociaciones hubieran fracasado, sino que, una vez expuestos los puntos de vista de las partes, los delegados habían considerado conveniente trasladarlos a sus respectivos Gobiernos para continuar el diálogo a nivel diplomático.

El desenlace, pese a la sorpresa, no fue totalmente inesperado, habida cuenta de la disparidad de criterios existentes entre las dos partes respecto al contenido de lo que debía discutirse. Dicho contenido no había sido fijado previamente de común acuerdo, al menos hasta la víspera de la reunión, y fue, por consiguiente, el primer y más espinoso problema que los delegados tuvieron que encarar ayer.La reunión comenzó a las 10.30, hora finlandesa (las 9.30, hora peninsular española). Los primeros en llegar al edificio oficial ofrecido por el Gobierno finlandés para que se celebraran las conversaciones fueron los delegados israelíes: Jehuda Horam, jefe: de la sección de Europa Oriental del Ministerio de Asun tos Exteriores, e Isaac Shelef, del departamento consular. Casi in mediatamente lo hicieron los so viéticos Genrich Plichin y Nico lai Tichomirov, expertos en cues tiones consulares. [El portavoz de la delegación israelí, Shud Gol, se negó a calificar de fracaso las negociaciones y declaró que la atmósfera del encuentro había sido "franca", informa France Presse. "Continuaremos nuestros contactos con la Unión Soviética a través de los canales diplomáticos normales'", manifestó Gol, pero no dio detalles acerca de cuándo y dónde se realizará la próxima reunión. Aunque Gol explicó la escasa duración duración de las conversaciones con el argumento de que "las dos partes consideraron de común acuerdo que una sola sesión era suficiente", los observadores estiman que israelíes y soviéticos se dedicaron a un diálogo de sordos. Cada delegación leyó a la otra su programa de discusión, subrayando los puntos esenciales, y aceptó transmitir a su Gobierno el programa de su interlocutor.]

Las discrepancias sobre los temas que debían discutirse eran conocidas de antemano. Para los soviéticos se trataba del restablecimiento de las relaciones consulares y de la defensa de las propiedades en Israel de la Iglesia ortodoxa rusa, en litigio con una minoría blanca de exiliados que se escindieron de aquélla y emigraron tras la revolución de 1917 a Palestina, donde fundaron otra Iglesia rusa.

Dicha minoría blanca reivindica la propiedad de parte de dichos bienes, estimados en total en unos 100 millones de dólares (unos 13.500 millones de pesetas). Cuando, en 1948, la Unión Soviética fue uno de los primeros países en reconocer al recién creado Estado de Israel, éste a su vez consideró al Estado soviético como el legítimo propietario de dichos bienes. Parte de ellos fueron vendidos por la URSS a Israel en los años cincuenta.

Otras razones, ya de carácter estrictamente político, como sus relaciones con los países árabes, influyeron para que la Unión Soviética rehusara asignar a estas negociaciones de Helsinki el objetivo de una posible normalización total de relaciones diplomáticas.

Oficialmente, la URSS había manifestado con anterioridad que, para llegar a ese resultado deberá cumplirse la condición previa de que Israel acate las resoluciones de la ONU relativas a la evacuación de los territorios árabes ocupados durante la guerra de 1967.

Israel, por su parte, tenía otras pretensiones. En primer término plantear el problema de los judíos que desean emigrar de la Unión Soviética a Israel, y a los que Moscú pone trabas. Según fuentes israelíes, en la URSS vi ven unos dos millones y medio de judíos, de los cuales quieren emigrar 400.000. Fuentes soviéticas sostienen que esta cifra apenas ronda los 4.000.

Tanto en Israel como en distintos países se han multiplicado estos días las manifestaciones judías de presión sobre el Gobierno de Simón Peres para que planteara con fuerza este asunto en Helsinki. En la propia capital finlandesa, una veintena de turistas judíos se apartó del itinerario preestablecido por su guía para concentrarse frente al local donde se celebraba la reunión y escribir en inglés en una pequeña pancarta: "Dejen a mi pueblo salir".

Estas diferencias de criterio influyeron indudablemente en el desarrollo de los acontecimientos de ayer en la capital finlandesa. Resulta prematuro formular conclusiones sobre si este primer paso de acercamiento se ha frustrado en sus comienzos. Habrá que esperar a ver el desarrollo que tiene por parte de ambos Gobiernos.

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