"Fue un asunto sucio de la izquierda"
La actriz María Paz Ballesteros habla por primera vez del caso de la calle del Correo, en el que estuvo implicada
ROSANA TORRES De las páginas de cultura y espectáculos de la prensa saltó durant una época de su vida a las prime ras páginas y su nombre se vio en vuelto en un atentado terrorista El horror que le produjo aquello la ha sumido en el silencio durante casi 12 años. Un viernes 13, en septiembre de 1974, una concurri da cafetería a escasos metros de la Puerta del Sol y de la Dirección General de Seguridad (DGS) que daba destrozada por un potente artefacto que causó 13 muertos Aquel atentado implicó, entre otros, a María Paz Ballesteros en un sumario que la actriz califica de kafkiano.
Pregunta. ¿Ha influido el caso en su carrera?
Respuesta. Imagino. Sé que cuando tuve mi primer trabajo, que Nuria Espert tuvo el valor de ofrecerme, y había que tener valor ella recibió anónimos referidos a mí, cosa de la que me enteré des pués de terminar mi trabajo. A lo largo de estos años, en los espectáculos en los que yo trabajaba, al guna vez había protección policial porque amenazaban con bombas Pienso que en mi profesión directamente no ha influido.
P.¿Por qué este silencio de más de una década?
R. No he querido hablar mientras se pudiera pensar que había acreedores. Cuando el sistema cambió la gente reivindicaba su actividad política inmediata. El país había perdido el miedo. íbamos hacia la luz. Ahora se produce lo contrario, nadie quiere acordarse. Yo no digo que la gente deba exhibirlo, yo no lo he hecho, y ahora lo hago con todo el rubor del mundo, como una confidencia entre chicas; si no, sería imposible que lo hiciera.
P. ¿Deseó su rehabilitación ante la sociedad o el esclarecimiento de su no participación?
R. Ambas cosas las deseé muchísimo. Aquella historia se enterró deliberadamente por un montón de fuerzas políticas. Nadie se interesó en aclarar o limpiar. Fue un proceso sucio por parte de la izquierda, eso lo tengo claro.
P. ¿Cuál era su vida entonces?
R. Era un momento en el que, igual que ahora, no preguntas a nadie si es de Madrid porque la ciudad acoge a todos por igual; entonces no se preguntaba dónde militabas, y lo que quedaba claro es que todos pertenecíamos a un mismo grupo que luchaba en una u otra medida por restaurar las libertades perdidas. Si alguien dormía en tu casa le acogías sin hacer preguntas. Se trataba de personas independientes como yo o militantes en diferentes grupos a los que interesaba precipitar los hechos.
[La policía responsabilizó a ETA y al PCE, y ambos negaron su participación. Para otros, las sospechas recayeron en la ultraderecha y en la policía.]
P. Se la acusó de que en su casa vivió dos meses Juan Manuel Galarraga Mendizábal, alias Potxo1o, principal implicado en la acción.
R. Ese señor, que para mí era Francisco, sin apellido, estuvo durmiendo en casa como 20 días en julio de 1974. Mi sorpresa fue grande cuando vi su foto en la televisión y en la Prensa.
P. ¿Quién fue, en su opinión, el responsable del atentado?
R. Siempre he estado convencida de que fue ETA. Y jamás estuve ni estaré implicada en un delito de sangre. Yo creo que la bomba de la calle del Correo fue la primera gran crisis de ETA, la primera escisión importante desde su fundación. Las acciones indiscriminadas no se habían llevado a cabo hasta ese momento.
P. La policía implicó al PCE.
R. El PCE se desentendió. Nos dio la espalda a muchos que estábamos cerca de él y alejados de ETA. En aquel momento la única izquierda que nos ayudó fueron el PSOE y el PSP, en el terreno legal, y otra izquierda solidaria.
P. ¿Su opinión sobre la lucha armada es ahora como entonces?
R. Antes y ahora, lo que fundamentalmente me preguntaba es qué había que hacer para ser un ciudadano digno. Los que defienden la lucha armada argumentan que la lucha para la libertad pasa por encima de la sangre. En un momento de la dictadura puede ser entendido, pero difícilmente. Cuando veo cómo matan, eÍ estómago se me revuelve.
P. Se dijo que la torturaron.
R. Inmediatamente hice saber que estaba entera. No me tocaron. No era manipuladora ni tenía el estilo fascista dé la mentira.
P. ¿Cómo reaccionó cuando se enteró de la explosión?
R. Mi primer pensamiento fue: ¡estos anarquistas, qué bestias!
P. ¿Cuál es su reacción ante los actuales atentados?
R. Yo igual no hubiera intentado ayudar a un policía el día que salí de la cárcel, porque aquella situación anestesiaba, aunque recuerdo que los guardias civiles eran los únicos hombres que veíamos en la cárcel, ya que los abogados eran otra cosa. Era agradable, porque los había guapos y jóvenes. Ahora, si veo a un agente herido, haría lo que fuera por ayudarle.
P. Usted luchó contra el sis.tema. ¿Es parte hoy de él?
R. Yo era su enemigo y entiendo que se defendieran. Ello no quiere decir que pensara que tenían la razón; sólo tenían la fuerza y el poder, y hoy ya no. Yo tampoco los tengo. Yo tengo la alegría de ver a este país libre, vivo, saltando, bailando, saliendo a la calle y pudiendo elegir lo que quiere ser.
P. ¿Cómo vivió la reclusión?
R. Me preocupaban mucho las drogadictas. En aquella época las funcionarias no nos trataban muy mal, seguramente porque pensaban que en una de esas moría Franco y a una de nosotras nos nombraban ministra.
P. ¿Militaba en algún partido?
R. No. Yo era novia de la izquierda. Lo que pasa es que ese noviazgo con la izquierda, del que me siento muy honrada, luego acabó en matrimonio. A la izquierda no progresista le pongo cuernos con el progreso. No obstante, podría divorciarme cuando la izquierda no me dejara ser Pepito Grillo.
P. ¿Su matrimonio real con el director Vicente Sainz de la Peña ... ?
R. Se acabó.
P. ¿Influyó la calle del Correo?
R. Influyó que al interrumpirse bruscamente nuestra vida en común, y los dos en la cárcel, la comunicacion te llega por terceras personas y las palabras las interpretas mal, con incomunicaciones muy terribles, en un sumario que cada día lanzaba más disparates. Cuando ambos salimos de la prisión, después de más de un año, nuestra historia pertenecía al pasado. Sobre el futuro nos manifestábarnos de maneras distintas.
[Desde 1979 María Paz Ballesteros vive sola; desde ese año es responsable de la secretaría general del Centro Español del Instituto Internacional del Teatro, organismo no gubernamental, y constantemente participa en numerosas actividades culturales.]
P.¿Cómo se sintió cuando, actuando en el Teatro Romano de Mérida, un grupo de espectadores ultras le silbó el Cara al sol?
R. ¿Eso me pasó? Pues no me enteré. Llegaron tarde, ya no tenían nada que hacer. En 1984 ni me enteré, en el año 1975 me habría impresionado mucho.
P. ¿Es usted vengativa?
R. No. Esos señores que silbaban el Cara al sol, ¡qué sabían de mí! Si supieran que a mí me gusta la música y la letra del Cara al sol, ¡fijate qué disgusto! Si algún valor tiene lo mío es la carencia total de resentimiento.
P. Personal y profesionalmente, se ha preocupado por Santa Teresa. ¿Qué significa este personaje para un actriz de izquierdas?
R. Era una mujer adelantada sobre la época que le correspondió vivir. Me gusta porque es un importante personaje femenino, emprendedora, tenaz, terca, arrogante, su afán por desarrollar, por construir, su decisión. Me ayudó y me obligó a conocer mucho mejor la historia de este país, y sobre todo de Castilla. La conozco en mi etapa de madurez y para mí es determinante. Ella hizo cosas cuatro siglos atrás que son propuestas que yo me hago en este momento.
P. ¿Qué es el teatro en su vida?
R. Es la ffistoria de una vocación. Es mi asidero, mi clavo ardiendo. A mí el teatro me erotiza, es el amor de mi vida, la razón, mi motor. Allí me realizo, porque no soy una cómica exhibicionista; o sí, como conocedora de mi oficio.
La terrible foto
R. T. Cuando a María Paz se le dice que es una mujer muy moral, lo asume casi como si fuera una carga que arrastra: "Pienso que lo soy excesivamente". A veces lo siente como una losa. "La vi plasmada en la foto que se me hizo en la DGS tras mi detención. Recuerdo que esa terrible foto la vi por primera vez por la tele estando en la cárcel, y me quedé muy asustada. Tardé tiempo en poder mirarla con tranquilidad. En aquella mirada mía no había miedo, ni terror, ni cobardía, sólo esa moral. Esa foto me ha llevado horas de análisis, y he tenido que enfrentarme a ella durante meses".
Tras salir de la cárcel, nadie ha osado hablarle de la calle del Correo. "Durante años me despertaba sobresaltada porque soñaba con las escenas de la televisión en las que Arias Navarro [entonces presidente del Gobierno] pasaba por encima de los cascotes. Tardé años en poder pasar por aquella calle". Aún hoy, comentan sus amigos, cuando va al teatro Albéniz y pasar por allí es inevitable, "coge carrerilla y no levanta la vista del suelo".
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