El joven estrangulador que se cebaba en los ancianos
Scotland Yard cree haber resuelto uno de los casos más sorprendentes de criminalidad patológica
La policía londinense cree haber zanjado, con la detención de un joven de raza blanca de 23 años uno de los casos de criminalidad patológica más sorprendentes de los últimos años. Desde el 9 de abril, cuando el supuesto y por entonces aún anónimo asesino dejó su primera marca, hasta el 24 de julio, en que, tras cometer el último asesinato, la policía decidió anunciar su existencia, este aspirante a la fama tuvo que trabajar casi cuatro meses en la oscuridad y ejecutar ocho veces su rúbrica asesina para conseguir que se reconociera su obra.
No obstante, el presunto asesino múltiple no dio muchas facilidades a los intérpretes de su peculiar caligrafía. En Stockwell, el barrio surlondinense que supuestamente le daría apellido criminal -como Boston, Montmartre y Dusseldorf se lo dieran a sus famosos homónimos-, el ejecutante sólo estranguló cinco víctimas en una misma circunscripción del ancho Londres. E incluso dificultó todavía más la lectuna yéndose a dejar su garabato ininteligible hasta la otra punta de la urbe.Pero, finalmente, la policía británica descifró la extraña escritura y anunció que el estrangulador existía tras descubrir el 23 de julio la última inscripción necrofílica (quizá solo un punto y aparte) del incomprendido autor: el cadáver de Florence Tisdall, una anciana viuda y casi ciega, de 80 años de edad. Fue hallada en la cama por un vigilante que acudía a diario a la casa del barrio de Fulham (al suroeste de la ciudad), donde vivía en solitario con una ventana abierta para sus gatos. Y a la postre también para el rubricante, que eligió para su acción el día de la boda real por la noche, quizá para acentuar aún más su mensaje.
Para sus investigaciones, en las que trabajaba un centenar de agentes, Scoland Yard solicitó la colaboración de la policía francesa a través de la Interpol, por la similitud que presentaba este caso con el del estrangulador de Montmartre, que en los últimos dos años ha asesinado a una treintena de ancianas ese barrio parisiense. También colaboró la policía norteamericana, más acostumbrada a este tipo de letra que la londinense.
Estilo similar
Tras el asesinato de Florence, Scotland Yard cayó en la similitud de estilo. Las ocho últimas víctimas, cinco hombres y tres mujeres, eran ancianos que vivían solos; todos ellos residían en zonas próximas del sur de Londres, excepto el que lo hacía en Islington; todas fueron estranguladas por la noche en sus propios dormitorios, y en cinco de los ocho casos habían sido violadas. Parece claro que el sangriento escriba prefería la letra antigua, y escribía indistintamente derecho y torcido, quizá para poner más difíciles las cosas a sus exegetas policiales. La policía elaboró el retrato robot del asessino a partir del testimonio de un anciano de 73 años al que intentó estrangular sin conseguirlo. Un hombre de las mismas características había sido visto rondando la casa de dos de sus víctimas, según testimoniaron varios vecinos.Con estos esclarecimientos, y tras cotejar las huellas digitales encontradas en la casa de una de las víctimas, la policía concedió carta de autoría al asesino, le atribuyó los ocho últimos actos criminales acaecidos y alertó a todos los pensionistas del sur de Londres. La detención del flamante estrangulador de StockweIl se produjo, el pasado lunes, sin que opusiera resistencia, cuando la policía acudió a buscarlo cerca de un ambulatorio de la Seguridad Social ubicado al sur de la City.
El primer asesinato del estrangulador de StockweIl se había producido el 9 de abril. Nancy Emms, de 78 años, fue encontrada muerta en su casa de Wandsworth. El mes dejunio, tres ancianos, dos de ellos residentes en la misma casa, fueron estrangulados de la misma forma que la víctima anterior en el barrio de Stockwell.
La frecuencia de los crímenes no aumentaría hasta entrado el mes de julio, en que el asesino despachó cuatro víctimas más en 23 días. El asesinato del día 23 de julio provocó el anuncio policial de la existencia del estrangulador de Stockwell. Con ello, un hombre extinguido por el anonimato pasó de la inexistencia a ocupar un rengloncito en la última edición de La historia universal de la infamia.
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