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LA CRISIS DE NICARAGUA

La guerra de desgaste socava el apoyo popular al sandinismo

La actividad de la 'contra' ha obligado a una economía de subsistencia que afecta directamente a las necesidades de la población

La prolongada guerra de desgaste contra el sandinismo ha llevado a Nicaragua a una situación de des abastecimiento que socava el apoyo popular al régimen cuando más necesita todas las fuerzas nacionales para afrontar el próximo otoño el mayor poderío bélico de la contra, que recibirá 100 millones de dólares (14.000 millones de pesetas) de ayuda militar norteamericana. La comida ha pasado a convertirse en un tema recurrente en las conversaciones de los nicaragüenses, casi en una obsesión, ante la penuria de alimentos que padece el país. Los expendios populares no pueden ni siquiera satisfacer la lista de productos básicos que concede la cartilla oficial de racionamiento. "No hay", es la frase más repetida en Nicaragua.

Un matrimonio de clase media, los dos economistas que trabajan, explca al enviado de este periódico que sus sueldos sumados alcanzan 153.000 córdobas (no llega a 17.000 pesetas al cambio oficial). Con esto no pueden sostener la casa y tres hijos. Por eso, explica el marido, "desde hace dos años estamos en el business". El negocio, la chapuza para ganar un dinero que permita llegar a fin de mes, es algo frecuente en Nicaragua. La ausencia de productos en los expendios populares, con un rígido sistema de ventas que impone acudir obligatoriamente a uno determinado, obliga a recurrir al floreciente mercado negro, donde los precios resultan insoportables para las debilitadas economías de los nicaragüenses.Esta situación de desabastecimiento ha desencadenado una ola de descontento, palpable en Nicaragua, que se manifiesta en críticas contra el sandinismo, a quien atribuyen la causa de la crisis económica que padece el país. El político de oposición Virgilio Godoy, del Partido Liberal Independiente (PLI), afirma que, por primera vez en la historia, hay hambre en Nicaragua. En muchas conversaciones del hombre de la calle se repite la frase: "Mire, al nica le gusta comer bien, su buena carne, y ahora no hay nada de eso. Además tenemos que soportar el mal trato que le dan a uno en la fila (cola). Vas a comprar y te dicen que vuelvas mañana. Te tratan como si estuvieras mendigando algo".

El descontento se palpa en Managua, aunque los funcionarios sandinistas no cesan de asegurar que "el pueblo está con el proyecto revolucionario y no hay alternativa de oposición". El jesuita Javier Gorostiaga, director de un centro de investigación social de Managua, explicaba a un grupo de cooperantes españoles que dos tercios de la población están con el sandinismo. Esta cantidad coincidiría con el número de votos (un 66%) obtenido por el Frente Sandinísta de Liberación Nacional (FSLN) en las elecciones del 4 de noviembre de 1984. Un párroco de Managua, que se caracteriza por mantener una posición centrista entre la iglesia popular que apoya al sandinismo y la intransigencia derechista del cardenal Obando, explica a este periódico que él se sintió "fusionado al principio; el 90% éramos sandinistas, pero este apoyo se ha ido reduciendo y hoy no pasarían de un 35%, en unas elecciones realmente libres".

Nicaragua padece los efectos de la llamada guerra de baja intensidad que los antisandinistas realizan. El centro de investigación Cries de Managua ha publicado este año dos estudios sobre la guerra de baja intensidad. La descripción que hace el estudio Nicaragua, país sitiado de este tipo de guerra parece una caracterización exacta de la situación actual por la que atraviesa el país. Dice el estudio que "el objetivo principal del esfuerzo contrainsurgente o contrarrevolucionario no es, como en las guerras convencionales, la simple eliminación física del enemigo (movimientos de liberación o gobiernos revolucionarios), sino su socavamiento paulatino, su aislamiento interno y externo; en suma, su deslegitimación como alternativa política o su desestabilización como poder político".

Desestabilización interna

La guerra de desgaste que la contra realiza desde hace ya cuatro años tiende a crear una desestabilización interna en Nicaragua más que a lograr un enfrentamiento abierto en el campo de batalla. Hasta no hace mucho tiempo esta agresión externa sirvió a los sandinistas para lograr una mayor movilización popular en favor de la revolución, pero ahora los efectos de la guerra, y también la mala gestión económica, han provocado un desastre en el abastecimiento.

El mencionado estudio sobre la guerra de baja intensidad dice que "la guerra militar contra Nicaragua, más que destruir al Ejército, está destinada, en el largo plazo, a desgastar y drenar los ya escasos recursos de la economía nicaragüense". Estos objetivos parecen a punto de lograrse, aunque efectivamente no hayan conseguido controlar ni un kilómetro cuadrado de territorio nicaragüense. Sin embargo, han impuesto a Nicaragua una economía de subsistencia que afecta directamente al estómago y a las necesidades fundamentales de la población.

Un dirigente sandinista reconoce que "no se satisfacieron las necesidades fundamentales en la población. Puede haber desencanto pero no hay opciones políticas definidas y en la mayoría hay una conciencia política nacional muy extendida". En Managua se advierte la incertidumbre por el giro que tomarán los acontecimientos cuando los 100 millones de dólares de ayuda de Estados Unidos a la contra se hagan efectivos.

El régimen sandinista parece atenazado entre la guerra de desgaste en el interior y el escaso éxito de las iniciativas internacionales, que podrían significar la supervivencia. El fracaso hasta el momento del Grupo de Contadora, la escasa repercusión del fallo favorable a Nicaragua en el Tribunal Internacional de La Haya y otros intentos parecen haber dado la razón a los que en la dirección del sandinismo consideran que la solución es una línea dura.

Medidas de respuesta

Las medidas tomadas como respuesta automática a la aprobación de la ayuda norteamericana a la contra fueron el cierre del diario La Prensa, único órgano de oposición que se publicaba, y la expulsión del obispo Pablo Antonio Vega a Honduras. Estas medidas indican que el sandinismo no trata ya de conquistar a una burguesía nacional que seguía en Nicaragua en la oposición pero sin tomar partido declarado por la contra. Un dirigente sandinista comentó a este periódico que la aprobación de los 100 millones de dólares de ayuda a la contra "exige una respuesta inmediata, porque se trata de una situación que cambia cualitativamente las cosas. Los términos del consenso han cambiado".

Con el cierre de La Prensa y la expulsión de Vega, afirma el dirigente, se ha producido en Nicaragua una "redefinición del consenso. Se ha trazado una línea divisoria bien clara entre la disidencia y la contrarrevolución".

Una democracia integral

J. C. El desgaste mayor que sufre el sandinismo se produce precisamente en lo que el presidente Daniel Ortega calificó de "democracia integral" en su discurso de Estelí, con motivo de séptimo aniversario del triunfo sandinista.

El pasado 19 de julio, Daniel Ortega se refirió al escaso valor de las elecciones si no se solucionan los problemas reales, y se refirió a la democracia integral, que resuelve el problema de la salud, la educación, la vivienda y la propiedad de la tierra.

A los siete años del triunfo da la revolución sandinista, Nicaragua pasa por las mayores dificultades. Un militante sandinista reconoce que "creímos que con derribar a Somoza todo iba a ser chicha, y nunca pensamos que íbamos a tener que reconstruir el país y que Estados Unidos iba a destruir la revolución; la lucha ahora es más dura y más difícil que derribar a Somoza".

En el discurso de- Estelí, el presidente Daniel Ortega se movió en una línea de ambigüedad al dejar abierta la puerta a una "unidad nacional", pero al mismo tiempo dijo: "Quien piense en una unidad nacional que rompa el marco institucional..., que mejor de una vez por todas se descare y se vaya al lado de los contra, que se vaya para Miami, que se vaya para los campamentos de Honduras; que se defina de una vez por todas".

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