Los precios y el empleo
Los últimos indicadores económicos han sometido al Gobierno a una verdadera ducha escocesa: la relativa mejora registrada en el frente del empleo se ha visto compensada por el deterioro del índice de precios de consumo.En el mes de junio el paro registrado disminuyó en 51.000 personas, cifra importante, pero menor de lo que parece a primera vista, puesto que los factores estacionales son positivos en esta época del año. Si se toman en cuenta éstos, el descenso se reduce a 23.000 personas, principalmente en la construcción. Por su parte, el paro de los jóvenes aumentó ligeramente.
La evolución del paro refleja con cierta claridad la recuperación de la actividad económica en la construcción y, hasta cierto punto, en la industria, sectores en los que el desempleo ha disminuido durante tres meses consecutivos; la situación es menos clara en la agricultura y los servicios. Es posible que estemos ante un cambio de tendencia en materia de empleo, aunque aún es pronto para asegurarlo con firmeza. Habrá que esperar a los resultados, de la encuesta de población activa correspondientes al segundo trimestre de 1986 para tener una idea clara sobre lo que sucede en este terreno.
En cuanto a los precios, el índice del mes de junio representa un retroceso en la lucha contra la inflación. El 0,9% de crecimiento registrado nos coloca en un 8,9% de aumento en un año y nos aleja de las tasas registradas en la CEE, que oscilan entre el cero en Alemania y el 5 % en Italia. Este último país tenía hastá hace muy poco tasas de inflación superiores a las nuestras y, gracias a la contención de los salarios y a la repercusión de la bajada de los precios del petróleo ha conseguido acercarse a la media de la CEE.
Con ser preocupante, el aumento de los precios en el pasado mes de junio no es tan alarmante como parece a primera vista. El crecimiento del 0,9%, comparado con una caída del 0,2% registrada en junio del año pasado, explica el que bruscamente hayamos pasado de una tasa de inflación interanual del 7,7% a otra del 8,9%. Pero ni la caída de junio de 1985 ni el aumento de ahora reflejan las tendencias de fondo de la economía española. Las explicaciones oficiales de este año son tan oportunas como lo habrían sido, si se hubieran producido, las del pasado. La Administración acostumbra a encontrar toda clase de justificaciones cuando las cosas no suceden como estaba previsto, pero suele pasar por alto la existencia de factores excepcionales cuando éstos favorecen sus designios, con lo cual se erosiona la credibilidad de sus argumentos.
En la presente ocasión han sido los precios alimentarios los que han determinado el deterioro del índice: el aumento de los mismos en un 1,8% constituye la clave del crecimiento del pasado mes de junio. Si se elimina este apartado, el incremento del resto de los precios se sitúa entre el 0,451. y el 0,5%, que, en tasa anual, equivale a un 5-6% de aumento. Si a esto se añade la incidencia del IVA a principios de año estamos en una tasa comprendida entre el 7% y el 8% interanual, que es la que probablemente refleja mejor las tendencias de fondo de nuestra economía.
Para que a finales de año estemos realmente en esa tasa será preciso que los precios de la alimentación moderen su crecimiento. El gobierno tiene el deber de plantearse algunas interrogantes sobre la organización de los mercados agrícolas y ganaderos en nuestro país y sobre las redes de distribución. Las buenas cosechas registradas en los últimos años no han tenido el correspondiente reflejo a la baja en los precios, lo que constituye un índice claro de que hay algo que no funciona en esa parcela de la actividad económica.
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