Londres intenta evitar el fracaso de los juegos de Edimburgo
El Reino Unido realizó ayer una gestión diplomática de última hora con los líderes de los seis países de la línea del frente (vecinos de Suráfrica), en un intento de salvar del fracaso a los juegos de la Commonwealth, cuya inauguración en Edimburgo está prevista para el próximo jueves, y de suavizar la actitud antibritánica de los dirigentes africanos por la posición de la primera ministra, Margaret Thatcher, con relación a Suráfrica.
Los seis países de la línea del frente -Angola, Botsuana, Mozambique, Tanzania, Zambia y Zimbabue- se reunieron ayer en Harare, la capital zimbabua, para decidir su actitud final en torno a la participación en los juegos, así como la postura que adoptarán en la minicumbre de siete países que comenzará en Londres el 3 de agosto y en la que se discutirá el informe del grupo de notables enviado por la organización a África meridional.Hasta el momento, nueve países -Nigeria, Ghana, Uganda, Tanzania, Kenia, Papua, Nueva Guinea, Bahamas y Sierra Leona han anunciado su retirada de los juegos, irónicamente calificados en un principio como Juegos de la Amistad. Y dos, Bangladesh y la India, este último con el equipo más numeroso de toda la Commonwealth, han aplazado indefinidamente la salida de sus atletas y tienen intención de hacer lo que decidan los asistentes a la reunión de Harare. [No obstante, a última hora de ayer la agencia india de noticias PTI aseguró que Nueva Delhi se había unido al boicoteo.]
Poco antes de que llegaran los presidentes y primeros ministros al aeropuerto de Harare, y ante la estupefacción del jefe de Gobierno de Zimbabue, Robert Mugabe, anfitrión de la reunión, el vice alto comisario (denominación de los embajadores en los países de la Commonwealth) británico, Robert Martin, entregó al primer ministro una nota de su Gobierno.
Los asistentes a la insólita entrega de la nota informaron que Mugabe se retiró a una sala del aeropuerto para leerla. Fuentes diplomáticas manifestaron que se trataba de una comunicación del Gobierno británico con copias de las declaraciones hechas el miércoles por el secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, y el jueves por Thatcher, en las que ambos dejaban la puerta abierta a la adopción de medidas contra Suráfrica si Howe no obtenía en su misión "resultados concretos y tangibles".
El persistente diplomático británico, que aparentemente tenía instrucciones de su Gobierno de hacer llegar la nota a todos los participantes, se instaló a la entrada del edificio donde se celebraba la conferencia y no paró hasta que hubo entregado la nota a todos los dirigentes africanos.
Con relación al posible abandono de la Commonwealth por parte de algunos países, las opiniones están divididas. Así, mientras el presidente Kenneth Kaunda, de Zambia, se pregunta cómo se puede sentar a la misma mesa que Margaret Thatcher, el realista Mugabe ha manifestado que una retirada masiva de países africanos de la organización sería "hacer el caldo a Suráfrica", que, según el líder de Zimbabue, se frotaría las manos si esto ocurriera.
Por su parte, el secretario general de la organización, sir Shridath Sonny Ramphal, ha manifestado que el boicoteo de los juegos no podía considerarse definitivo si Londres cambiaba su actitud. Además, rechazó enérgicamente las sugerencias hechas de que la reina debería intervenir para sal varlos. "Eso corresponde a los políticos", manifestó Ramphal.
Entre tanto, el liberal The Guardian informaba ayer que Suráfrica se está aprovechando de la caída de los precios del petróleo para abastecerse del oro negro en cantidades masivas. Aunque Suráfrica ha conseguido obtener petróleo procedente de su carbón todavía necesita importar el 50% de sus necesidades. En opinión de los expertos, según The Guardian, en los momentos actuales, seis superpetroleros, con una capacidad de 10 millones de barriles, han sido retirados del mercado de fletes y su destino se desconoce.
El semanario The Economist sugería ayer que los bancos centriales de los países industrializados comenzarán a vender oro con el fin de provocar una caída en el precio mundial del metal y dañar de verdad a la economía surafricana.
En el capítulo de las conversaciones hay que resaltar la mantenida ayer en Washington entre Howe y Reagan. Este encuentro no estaba previsto y Howe recibió la invitación de la Casa Blanca cuando ya estaba a punto de dirigirse al aeropuerto. El ministro británico, que tiene la representación en su misión de la Comunidad Europea, se trasladará la semana que viene a Suráfrica, donde será recibido por el presidente, Pieter W. Botha, el miércoles.
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