La organización terrorista vuelve a la ofensiva tras reestructurarse
Expertos policiales de la República Federal de Alemania (RFA) habían advertido en los últimos meses que la organización terrorista Fracción del Ejército Rojo (RAF) estaba reestructurándose y podía pasar de nuevo a la ofensiva.
El dato más alarmante presentado para justificar estos temores era que más de 200 personas consideradas simpatizantes de la organización han pasado a la clandestinidad. Con nuevos miembros que no figuran en los registros policiales, la capacidad operativa de la RAF puede aumentar considerablemente.
Los integrantes del núcleo duro de la organización son hoy, según la policía, apenas una veintena de hombres y mujeres, sobre los que pesa orden de busca y captura. Otros nueve miembros también buscados se han alejado de la organización y huido al extranjero, según fuentes policiales.
Karl Heinz Beckurts cumplía, según la organización terrorista, todos los requisitos para ser una víctima que revierta en capital político y propagandístico para la organización.
El momento elegido para la acción no es casual. Los enfrentamientos entre grupos autónomos y policía en las manifestaciones contra la energía atómica han demostrado que existen sectores muy radicalizados en el movimiento antinuclear dispuestos a utilizar la fuerza.
En estos grupos, donde la organización terrorista busca sus nuevos cuadros, el atentado, contra un alto representante de la industria nuclear como Beckurts, que participaba además en el programa norteamericano de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) y cuya compañía, Siemens, produce gran parte del equipo electrónico de los carros de combate de la OTAN, supone una acción de prestigio antinuclear, antiamericana y anti-OTAN. En el Partido de los Verdes existe una grave preocupación ante la posibilidad de que estos grupos violentos, incontrolados, pero muy organizados, hagan que el debate sobre la energía nuclear se desvíe al de la violencia.
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