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Washington habla de renovar, no de reducir

Francisco G. Basterra

Para Estados Unidos, la negociación que se abre hoy formalmente en Madrid no tiene como objetivo principal reducir su presencia militar en España, sino negociar una renovación de los acuerdos bilaterales que le permita seguir manteniendo, más allá de 1988, la utilización de bases en nuestro país. Washington sigue usando un lenguaje distinto al del Gobierno socialista sobre este tema, y evita, siempre que puede, hablar de una disminución de sus efectivos e instalaciones en suelo español, algo que en principio rechaza y cuya negociación sólo ha aceptado con recelos y tras meses de presión por parte del Gobierno de Felipe González. Cualquier cambio efectivo de la presencia norteamericana en España tendrá que esperar hasta mayo de 1988, fecha de expiración de los actuales acuerdos.Washington quiere englobar la negociación en la revisión del convenio, y España desea una negociación previa y separada sobre el tema militar, que produciría primero sus frutos, y posteriormente se buscaría una fórmula jurídica, quizá nueva, para enmarcar en un nuevo acuerdo o en varios la revisión bilateral con EE UU.

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Reflejando esta disparidad de enfoque, la secretaria de Estado para Asuntos Europeos, Rozanne Ridgway, afirmó hace tres semanas en el Congreso norteamericano que la reunión entre Francisco Fernández Ordóñez y George Shultz el pasado 27 de mayo en Washington "tuvo como principal resultado un acuerdo para comenzar negociaciones para renovar nuestros derechos a la utilización de las bases". Las negociaciones, añadió, pero ya en un segundo plano, también tratarán de la "reducción gradual de la presencia militar norteamericana en España".

El escollo principal de la negociación que se abre hoy será la exigencia de Washington de que la salida, parcial y negociada, de sus fuerzas de España sólo se producirá cuando el Ejército español asuma "las responsabilidades específicas y las misiones que actualmente realizan (en el marco de la OTAN) las tropas y aviones norteamericanos".

El hecho de que España haya confirmado, mediante referéndum, su no integración plena en la estructura militar de la Alianza Atlántica obligará a buscar fórmulas imaginativas para realizar esa sustitución de misiones. España debe descartar cualquier concesión fácil de Washington en el que parece ser uno de sus principales objetivos, españolizar la base de Torrejón logrando la retirada de los escuadrones norteamericanos, dijeron a EL PAÍS fuentes gubernamentales y del Congreso. Aquí se estima que hasta el otoño los dos países no entrarán en el fondo del asunto: el futuro de los 12.000 soldados norteamericanos y las cuatro principales bases (Rota, Torrejón, Zaragoza y Morón).

Antes de dar cualquier respuesta a la posición de partida española, EE UU esperará a que esté en Madrid su nuevo embajador, Reginald Bartholomew, un experto en estos temas.

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