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REBELIÓN EN MANILA

"Caballeros, les damos la bienvenida"

Cientos de soldados golpistas y, seguidores del ex presidente Ferdinand Marcos abandonaron en la madrugada de ayer el hotel Manila de la capital filipina, tras dos días de ocupación. El ministro de Defensa, Juan Ponce Enrile, recibió cálidamente a los que entregaban las armas: "Vamos a olvidarlo todo, como si nada hubiera pasado". El jefe del Ejército, general Fidel Ramos, no le anduvo a la zaga: "Caballeros, les damos la bienvenida".Cuando los rebeldes concluían la ocupación del edificio, el mejor hotel de Filipinas, tropas gubernamentales realizaron una inspección en busca de posibles artefactos explosivos. Sólo se encontró media docena de cócteles molotov, pero ninguna bomba.

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Varias decenas de soldados golpistas, algunos sin armas, cruzaron el vestíbulo del hotel, lleno de porquena y de seguidores de Marcos, camino de un cuartel próximo.

Fue en el gimnasio de esta dependencia castrense donde el ministro de Defensa les dio la bienvenida con estas palabras: "No vamos a humillar, castigar o molestar a ninguno de vosotros. No habrá represalias contra vosotros. Consideraremos esto como algo pasado. Vamos a olvidarlo todo, como si nada hubiera pasado".

El general Fidel Ramos estrechó las manos de los que se rendían y dijo en la misma ceremonia de recepción: "Caballeros, les damos la bienvenida".

Muchos de los civiles que se encontraban en el hotel aparecían malhumorados o tristes por tener que abandonar el edifico, decisión de la que no se les informó hasta momentos antes de que comenzara el desalojo. "La verdad es que no sé por qué nos vamos", se oyó decir a Alona Allegre, una actriz que había actuado como portavoz de los golpistas. "Estoy muy deprimida". Un hombre que se encontraba junto a la puerta del hotel gritaba a los soldados que pasaban ante él: "¡No a la retirada, no a la rendición!".

Un miembro de la dirección del hotel evaluó en medio millón de dólares (alrededor de 70 millones de pesetas) las pérdidas que ha supuesto la ocupación del inmueble por los golpistas. El edificio, que había sido ocupado por más de 300 soldados y un millar de civiles, no aparecía ayer tan desordenado y sucio como se pudiera pensar... quizá porque la dirección había hecho un trabajo titánico para reanudar cuanto antes el negocio.

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