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Entrevista:LA CRISIS DEL NACIONALISMO VASCO

Carlos Garaikoetxea: "Una escisión complicaría la gobernabilidad de Euskadi"

"Abrigamos una esperanza de solución, pero muy remota" - "Con la expulsión de los navarros se depuró también la asamblea nacional"

Pregunta. Por primera vez desde que comenzó la crisis del PNV se habla abiertamente de ruptura. ¿Cómo se ha llegado a este punto?Respuesta. Es una situación tensa, difícil, pero no pierdo la esperanza de una recomposición y de que seamos capaces de evitar la ruptura. Después de la contrariedad electoral que ha sufrido el PNV ha habido muchas reacciones no excesivamente meditadas. Se comenzó echando la culpa a una presunta política de moderación, se han anunciado medidas drásticas, depuraciones, expulsiones... También ha existido un rechazo a bote pronto de nuestra propuesta de diálogo, pero no pierdo una última esperanza de que sea reconsiderada. En el documento que hicimos público señalamos el meollo de la crisis, que arranca con la depuración de los navarros; es decir, la depuración de una parte decisoria de la asamblea nacional y de todos los órganos máximos del partido. Desde ese momento una parte de los afiliados considera que la asamblea está trucada y que no es un ámbito en el que se pueda arreglar nada. Para resolver la crisis es necesario discutir y decidir desde una instancia en la que estén presentes todos los afectados. De lo contrario entramos en un círculo vicioso. Abrigamos la esperanza de que este razonamiento sea atendido y pueda haber solución, aunque no oculto que es una esperanza muy remota.

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P. ¿Hay diferencias ideológicas entre los dos sectores o se trata sólo de una discrepancia en torno a la democracia interna?

R. El carácter democrático de un partido es la cuestión ideológica por excelencia. Además hay otros elementos. La depuración en Navarra demuestra insensibilidad hacia el territorio irredento por excelencia del nacionalismo. Luego surge la crisis del Gobierno, provocada por la concepción del país y del papel de sus instituciones nacionales o provinciales. Hay diferencias también en la interpretación del desarrollo del pacto de legislatura. Se entremezclan, por tanto, aspectos ideológicos con decisiones que producen traumas insuperables.

La crisis de 1979

P. ¿El sector crítico tiene coherencia política o es la agrupación de muchos descontentos?

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R. Hay principios y valores asumidos en común; los que he citado antes. Es lógico que existan también impulsos específicos en algún sector, por ejemplo los que resultaron malparados en anteriores confrontaciones en el partido. Ahora se está evocando mucho la crisis de 1979. No tiene demasiado que ver esta crisis con aquélla, y no es lógico que el señor Arzalluz diga que quisieron tumbarlo en 1979 y que quieren tumbarlo ahora. En 1979 él estaba en Madrid, era un parlamentario. Vino aquí y fue él quien sustituyó a la ejecutiva vizcaína que entonces estaba elegida.

P. ¿No es verdad que estén preparando otro partido?

R. Es falso. Eso sólo sirve para alimentar a los que se quiere soliviantar contra nosotros. Desde que se produjo la crisis de Navarra, hace dos años, incluso los propios depurados no han hecho otra cosa que lanzar invocaciones a la unidad.

P. ¿Ni siquiera están ustedes preparándose por si la escisión llega a producirse?

R. La ruptura sería un grave problema no sólo para el PNV, sino para este país. No queremos ni plantearnos esa hipótesis. No es que sea metafísicamente imposible, al contrario, parece que los últímos anatemas contra nosotros apuntan por ahí. La primera escisión se produjo de hecho cuando el aparato disolvió la organización navexra.

P. Las demás fuerzas políticas de Euskadi sospechan queva a haber dos partidos nacionalistas. ¿Cuáles serían las consecuencias?

R. Serían malas para el partido y constituirían una complicación grande en el cuadro político. Se complicaría la situación parlamentaria de mayorías y minorías; Podría existir una mayor crispación. No hay peores pleitos ni más, enconados que los de familia. La serenidad y la- propia gobernabilidad de este país podrían complicarse. Desgraciadamente, a veces las cosas no suceden como uno desearía, sino como otros disponen. Pero serán otros los que rompan, no yo.

P. ¿Se siente agraviado en el PNV desde que abandonó Ajuria Enea?

R. Eso es lo que menos. me importa. Hago borrón y cuenta nueva. He obtenido grandes satisfacciones del PNV y de sus afiliados, he sido presidente de Euskadi y de la ejecutiva del partido. El balance de satisfacciones y de posibles sinsabores es muy positivo. En cambio no puedo olvidar la dolorosa peripecia de mis compañeros navarros. Es una herida sangrante y de mucha mayor trascendencia po lítica.

P. ¿Cuál es el futuro del nacionalismo en los próximos años?

R. El revés sufrido en las elecciones es coyuntural. Al menos lo deseo tan fervientemente: que así lo creo. Me parece el castigo a una línea seguida en los últirnos tiempos. En la medida que se pueda enderezar y arreglemos las cosas con racionalidad y humildad el mal momento electoral será enmendado. El panorama político no va a cambiar porque las demandas de autogobierno, el sentimiento mayoritario nacionalista, no hayan decaído. En todo caso habrá podido apreciarse una cierta decantación hacia un mayor radicalismo.

Falso radicalismo

P. Al Gobierno de Ardanza se le considera moderado por oposición al suyo, que habría sido radical. ¿El sector crítico es la versión radical del PNV?

R. Con todos los respetos, eso es una simplificación. En 1979 no recuerdo qué diario madrileño me hizo político del año porque yo encarnaba una visión moderada. Desde entonces ha habido una gran regresión en la política autonómica. He expresado de cuando en cuando mi decepción y mi protesta, compartidas con otros compañeros, ante ataques al estatuto y al autogobierno, y la energía ha podido parecer estridencia. Pero creo que sobre todo ha habido una venta de esa imagen de radicafidad antes y de moderación ahora que ha calado desde una actitud muy simplista. Alguien desde aquí ha sabido vender bien esa idea y alguien desde Madrid ha estado muy interesado en que cuajara.

P. ¿Qué le parece la advertencia de Arzalluz de que una escisión se secará como una rama desgajada del árbol?

R. Pura retórica. Ningún dirigente responsable de cualquier partido debería expresar indiferencia hacia una escisión, que en mayor o en menor medida siempre será un daño. Revela insensibilidad. Ese pronóstico de la rama que se seca está exento de unos gramos de humildad, que en este momento nos hacen falta a todos.

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