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El Gobierno polaco busca la colaboración de la Iglesia para evitar nuevas crisis

El 10º Congreso del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista), que finalizará mañana en Varsovia, ha estado dominado por los llamamientos, algunos casi angustiosos, a un aumento de la productividad y la efectividad económica. La ley marcial impuesta el 13 de diciembre de 1981 logró su principal objetivo, que era desmantelar una oposición militante al sistema. No ha conseguido, sin embargo, que el país recupere el pulso económico necesario para mejorar la situación de la población a largo plazo y evitar así posibles traumas políticos futuros. Para lograrlo será imprescindible la colaboración de la Iglesia, y el régimen, consciente de ello, busca esa colaboración.Hay temor en Polonia de que si el régimen no logra que un continuo aumento de la productividad garantice al menos el mantenimiento del actual nivel de vida se confirme la teoría de las crisis cíclicas en Polonia en un lapso de pocos años. La teoría está avalada por las crisis y consiguientes tragedias de 1956, 1970 y 1.980.

El congreso se ha presentado como la culminación del proceso de normalización política y el principio de la reconversión económica del país. Para que estas intenciones tengan mínimas posibilidades de convertirse en realidad, el régimen deberá combatir con efectividad la indiferencia política, la desidia laboral, la corrupción y la descomposición de la moral social nacidas de la desilusión suscitada por el fracaso de Solidaridad.

Para ello, el régimen es consciente de que necesita a la Iglesia, que, con el POUP, es la principal fuerza del país. En el congreso, las autoridades han reiterado su interés por conseguir su cooperación.

El ministro para Asuntos Religiosos, Adam Lopatka, dice que el Gobierno tiene la convicción de que las relaciones entre la Iglesia y el Estado van a mejorar y que el diálogo ininterrumpido tiene resultados positivos. Según Lopatka, de los 23.000 sacerdotes polacos sólo unos 800 mantienen una actitud beligerante contra el régimen.

No obstante, el Gobierno se ve también agredido por la firmeza con que la Iglesia polaca defiende sus intereses en la educación. Los recientes intentos de las autoridades de crear una asignatura de ciencia religiosa en la escuela choca con la oposición frontal de la Iglesia. Los obispos califican la introducción de esta asignatura obligatoria como un intento de socavar la religión y crear "una obligación inadmisible".

El Gobierno, por su parte, está dispuesto a las buenas relaciones, pero dice que no tolerará que la Iglesia quiera colocarse por encima de las leyes del Estado.

Los obispos insisten en que es necesaria "una solución definitiva a la existencia de presos políticos". La nueva visita de Juan Pablo II a Polonia, que interesa tanto al régimen para mejorar el clima general del país, depende en gran parte, según fuentes religiosas, de que se dicte una amplia amnistía.

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