Crisis en Italia
SE ABRIó el viernes en Italia una crisis de Gobierno que se presenta confusa y cuya conclusión es difícil de adivinar. La situación fue provocada por el clásico episodio parlamentario en el que una votación en el secreto de las urnas resultó negativa para el Gobierno en materia de finanzas tras haber resultado positiva en el primer voto por mano alzada. Se trata del mal endémico y grave que en Italia llaman de los francotiradores, que esta vez han traicionado las consignas de sus respectivos partidos en el muy considerable número de 70.El aplauso de los comunistas al conocerse el resultado de la votación contraria al Gobierno y las inmediatas declaraciones de sus líderes afirmando que un Gobierno en tales condiciones debía dimitir han podido obligar de algún modo al presidente Craxi a presentar su dimisión ante el presidente de la República. En realidad, el malestar dentro del Gobierno mismo se había ido cargando de tintas negras ya durante la reciente y dura campaña electoral siciliana, en la que se enfrentaron frontalmente socialistas y democristianos.
El resultado de aquellas elecciones regionales, contrariamente a las especulaciones políticas de la vigilia, fue más bien favorable a la Democracia Cristiana de De Mita y poco halagüeñas para el partido socialista -que no consiguió dar el salto tan deseado desde hace años, quedándose con los mismos escaños de hace un lustroy había puesto muy nerviosos a los partidos de la coalición gubernamental. El Gabinete Craxi, el primero presidido por un socialista en la historia de la República, que había conseguido además un récord de estabilidad en el Palazzo Chigi, estaba ya preocupando a la Democracia Cristiana, quien había empezado a reclamar de nuevo para ella la presidencia del Gobierno. Craxi se negaba a dejarla alegando que existía un pacto de que la presidencia socialista debía acabar sólo con la próxima legislatura, dentro de dos años.
Era fácil imaginar que, si el resultado de las elecciones de Sicilia hubiese sido muy favorable a los socialistas, Craxi habría buscado una excusa para ir a elecciones nacionales aprovechando así el clima de victoria siciliana. No es ahora pensable que al Gobierno de Craxi le interesen unos comicios generales tras el resultado positivo en Sicilia de la Democracia Cristiana. Por eso se puede pensar más bien en este momento que es a la Democracia Cristiana a quien puede resultar positivo abrir una crisis. De ahí que no es imposible que buena parte de los 70 francotiradores del viernes en el Parlamento proceda de los bancos de la Democracia Cristiana y que Craxi se haya visto constreñido contra su voluntad a presentar la dimisión. Pero, al mismo tiempo, Craxi deseaba, después de lo ocurrido en Sicilia, no tanto ir a las urnas cuanto hacer un reajuste ministerial para reforzar su Gabinete y tener así más motivos para seguir presidiendo tranquilo el Gobierno, que es la solución que menos agrada a la Democracia Cristiana. En este sentido, será importante conocer cuál va a ser la decisión del jefe del Estado, que tiene varias soluciones: someter de nuevo al Gobierno al voto de las cámaras reunidas; dar otra vez a, Craxi el encargo de intentar formar un nuevo Gabinete, o bien, de acuerdo con todos los partidos, permitir un Gobierno balneare, es decir, que cubra sólo el arco de tiempo del verano para enfrentarse en otoño con una crisis que en realidad estaba ya en el aire y que De Mita había calificado de "muerte anunciada".
De cualquier modo que acabe la crisis, de lo que no hay duda es de que en Italia el duelo entre Craxi y De Mita no ha hecho más que comenzar. La Democracia Cristiana hace mil malabarismos para no apearse de un poder que detiene desde hace 40 años, y el partido socialista empuja, aunque con mucha dificultad y pocos resultados por el momento, para desbancar a los democristianos del eje político del país y pasar a ocupar su puesto.
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