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Alarma en torno a Panamá

Las alarmantes informaciones sobre Panamá son sólo un pequeño recordatorio de que la corrupción a nivel oficial y el tráfico de drogas pueden llegar a amenazar la seguridad de los Estados Unidos en el hemisferio occidental, con la correspondiente ganancia política para los clientes soviéticos.Fidel Castro en Cuba y Daniel Ortega en Nicaragua son herederos de regímenes autoritarios corruptos, con una vida pública tan carente de ética como para inspirar revoluciones y reducir la política a una prueba de fuerza bruta. Aún no existe una perspectiva tal con respecto a Panamá, pero sí hay una posibilidad. ( ... )

Panamá, con el canal y los cuarteles generales del Mando del Sur estadounidense, representa como es obvio un interés de importancia vital para los Estados Unidos. Hace veinte años, cuando ese interés se vio amenazado por la agitación panameña a causa de quién ostentaba la propiedad formal del canal, Estados Unidos negoció un tratado que pretendía atender a las necesidades de los dos países. En Estados Unidos, entonces, algunos mostraron su preocupación porque en Panamá gobernaba el general Omar Torrijos, un populista y amigo de Fidel Castro. (...)

Pero el general Torrijos murió en un accidente aéreo en 1981, y al parecer su sucesor al frente del Ejército, Manuel Antonio Noriega, carece de sus virtudes. En Washington se recibieron pronto informes fiables sobre sus conexiones con narcotraficantes. Además, mientras las tendencias democráticas se iban imponiendo en el hemisferio suroccidental, el régimen de Noriega parecía dispuesto a convertirse en una excepción.

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Washington presionó para que se celebrasen elecciones presidenciales en 1984. Cuando los candidatos apoyados por el general Noriega y por la Casa Blanca perdieron, el general manipuló fraudulentamente los resultados con la aquiescencia de Washington.

Pero con esta maniobra salió el tiro por la culata. El nuevo presidente demostró pronto demasiado celo a la hora de investigar un asesinato relacionado con el general Noriega, y fue depuesto. Desde ese momento, los destinos de Panamá han sido completamente dirigidos por los militares, y su jefe ha sido acusado no sólo de fraude electoral y de encubrimiento de un asesinato, sino también de vender secretos militares de Estados Unidos a Cuba y aprovecharse del tráfico de drogas. Las cuestiones que estos hechos plantean de forma inmediata son obvias: ¿Cómo puede Washington promover la democracia y controlar el narcotráfico en América Central manteniendo sus compromisos con Noriega? ¿Y cómo podría deshacerse de este régimen sin que esto constituya una amenaza para sus propios intereses en Panamá?

25 de junio

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