_
_
_
_
_
Tribuna:GUÍA IRRACIONAL DE ESPAÑA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El español y su madre

Todos llevamos en el subconsciente la idea católica de que nuestra madre nos concibió virginalmente, sin lujuria ni concupiscencia, incluso sin violencia física. Lo del rayo de sol a través del cristal, que dice la religión, ha tenido tanta aceptación y difusión, porque todos lo hacemos extensivo de la madre de Cristo a nuestra madre. No podemos admitir que nuestra madre nos engendrase involuntariamente, por capricho sexual, sin pensar en nosotros. ¿Y cómo iba a pensar en nosotros, si no existíamos? El hombre necesita reclamarse de una trascendencia, y esa trascendencia es la madre. No queremos ser hijos; de la volubilidad sexual de una mujer. Cierta amiga me acerca un libro piadoso del padre Claret, editado en vida del beato. Claret fue confesor de Isabell II. El capítulo que en su libro dedica al matrimonio es, un canto al celibato. El catolicismo ha dado los dos extremos de lo femenino: la Virgen y la serpiente hembra. El catolicismo jamás ha acertado con el centro, el cristianismo no encuentra la democracia cristiana del tema: la mujer/mujer, nuestra madre, adorable por madre y por mujer. Se lo tienen muy mal montado.Lo malo, de la madre es que es madre para el uno y suegra para el otro, o la otra. En la madre, figura sublime que encarna y terrenaliza a la Virgen, hay una misteriosa propensión a convertirse en suegra: en suegra del yerno y en suegra universal de la vida y la historia. En pura suegridad. Hasta las solteronas se vuelven suegras. Así, el español irracional (lo somos casi todos) no sabe muy bien qué hacer, a cierta edad, con su madre/suegra, o con su suegra/madre, si es la de ella. La saca al campo los fines de semana.

No ha habido transición, ya digo. La familia española ha pasado de ser un matriarcado de la madre a ser un matriarcado de la esposa: el destino de toda esposa es convertirse en madre de su marido, como el destino de toda madre es convertirse en suegra.

Cuando se rezaba más el rosario, la madre hasta tenía una madre, la abuela, que a ella le daba profundidad genesíaca y femenina, y que, por contraste, la mantenía siempre joven, pudiendo decir esto tan rejuvenecedor de "he estado a ver a, mamá". Pero las abuelas están bailando el rock en una residencia de ancianos de las que hacían las órdenes religiosas con dinero del sindicalismo verticalista y buen beneficio para todos, menos para los ancianos. Y la madre es ya madre, esposa, amante y, abuela. Demasiadas cosas. Uno no se acuesta fácilmente con su abuela. Los griegos y Freud estudiaron el deseo por la madre, pero nadie ha estudiado el deseo por la abuela. Las abuelas ausentes hacen abuela a la madre actual, mientras que la píldora la hace amante, mujer con quien se ejercita el comercio del cuerpo sin consecuencias. Entre madre y amante, acaba ganando la madre. El español se rige por el modelo femenino de mamá, que hacía, unos postres muy ricos. Y precisamente porque el español de hoy sigue subyugado por el modelo de la madre, necesita tenerla lejos, para mejor idealizarla, y la mete en una residencia de ancianos a morirse de asco, moscas, calor, televisiones y más aricianos. El modelo de la madre no ha decaído pero lo hemos distanciado prudentemente, como, por otra parte, hemos hecho con todos los modelos, empezando por los dioses.

La madre/suegra ya apenas existe, porque no se es suegra a distancia, y nosotros hemos distanciado sabiamente a las madres primeras, como los griegos distanciaban a los dioses y como el cristianismo ha distanciado a Cristo. (Cristo también está, hoy, en una residencia de ancianos, viendo vídeos y durmiendo con dormodor).

Los yanquis, los arioalbinos, puritanos y pragmáticos, han resuelto el problema afectivo y teológico de la madre mediante los sucesivos matrimonios de los padres. En cuanto los chicos están crecidos, los padres se divorcian y vuelven a casarse cada uno por su lado. El mito de la madre, así, va quedando postergado por una sucesión de imágenes "maternas", interpuestas, provisionales. El padre lo pasa mejor, en cuanto a mujeres, pero el hijo o la hija, sobre todo, viven sin trauma de madre. Una madre/virgen que ha tenido ya tres procesos de divorcio en Nuevo México no es precisamente una Virgen de Mantegna a quien reverenciar. En cuanto a España, ya lo dijo Ramón:

-El español pasea a la vez con su mujer y con su viuda.

El español se muere antes y entonces es cuando la esposa se convierte en madre inconsolable del muerto/niño. Hoy nos anticipamos a eso dejando a la madre en un piso de lo que fuera Corea, antes o después Costa Fleming, hoy Castellana alta, el primer piso de casados, mientras nosotros nos vamos a un chalecito de la sierra, donde la santa esposa se convierte en una begonia más, mientras el marido baja todas las mañanas, priápico en su coche de morro largo, hacia la selva sexual del Manhattan madrileño: Azca.

No se sabe si el español dejó de creer en su madre porque dejó de creer en la Virgen, o a la inversa. Don Marcelo González, manteniendo la eterna noche toledana del ocultismo católico nacional, sabe lo que se hace. El catolicismo es una secta judía que se infiltra en Roma para destruirla. Cristo es serpiente del paraíso pagano/romano. La Virgen es su manzana. Quiero decir que el secreto politeísmo del monoteísmo católico reforzaba los mitos naturales de la madre, el padre, etc. Caídos esos mitos, hasta el rojo Ledesma puede ir a la procesión del Corpus. Desde que el español reza menos el rosario, u organiza rosarios/party, ya no tiene fuerza moral para oponerse a su mujer, cuando ésta le habla de llevar a la madre/suegra a la finca heredada que tienen por Talavera, y que es un secarral donde a la vieja se la puede comer un toro.

El español y su madre. Antes, lo decían hasta las coplas: "Que una madre no se encuentra, y a ti te encontré en la calle". El folklore ha sido el penúltimo refugio de la debilísima figura de la madre. ¿Por qué no volvemos a querer a nuestras madres? Yo le dediqué un libro entero a mi madre muerta, para que, como hubiera dicho mi entrañable Luis Rosales, no se quedase "huérfana de hijo". Resulta que es la derecha conservadora la que ya no conserva ni a su madre. Hasta los arquitectos y aparejadoes, aparte reivindicaciones, han conspirado contra la figura de la madre, que en los nuevos y homeopáticos hogares no tiene ni siquera un lugar en el trastero. El español/86 viene a ser un parricida que ha hecho desaparecer a su madre. Yo, por las noches, cuando no escribo de mi madre, suelo soñar con mamá.

Que una madre no se encuentra y a ti te encontré en la calle. Todo hombre rinde un culto sincero, directo, natural y terrestre, a su madre. Pero el español, quizá por influencia del "materialismo" mariano, tan vigente en nuestro país, tiene tendencia a sacralizar a la madre y, por extensión, a la santa esposa. El español, como no es hombre de ecuánimes y ponderados términos medios, o hace de su madre: una Virgen de los Cuchillos o la mete en una residencia de ancianos, de las de válium, tele y sopa de sobre a todas horas. Depende.

Depende de la esposa del español, de lo bien/mal que ella se lleve con la suegra, y depende, mayormente, de la marcha de los tiempos. El español ha pasado, sin solución de continuidad, de tener a su madre en un altar a tenerla en una residencia de 45.000 pesetas mensuales, donde la matan de hambre y de asco. ¿Qué hacemos con las madres? Y no entro, en este artículo, en el tema de los padres, porque eso sería ya una serie completa. El culto a la madre se nutre de tres factores:

-Instintivismo.

-Educación.

-Mariología.

Por el instinto, todos amamos a nuestra madre sobre cualquier cosa. (Pessoa se pregunta por la connotación sexual del amor madre/hijo). Por la educación, todos sabemos que la mujer, cósmicamente, es el mal, la serpiente, la manzana, la madrastra de Blancanieves, Cruella de Vill y una chica de alterne de Castellana orilla izquierda. Menos nuestra madre, naturalmente.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_