La 'fabricación' de un nuevo líder de la derecha no está en el ánimo del país, según Carrillo
Santiago Carrillo, presidente de la Mesa para la Unidad de los Comunistas, descartó ayer en Santiago de Compostela la aceptación de un nuevo liderazgo sustitutivo en la derecha, ejercido por Miquel Roca, ya que "el deseo de fabricar un nuevo líder de derechas no responde a un estado de ánimo real en el país". El presidente del Gobierno, Felipe González, accedería al debate televisado con Manuel Fraga, dijo Carrillo, si ve que la situación de este último es "demasiado mala" y añadió que la oposición que tiene el PSOE es la oposición ideal y Fraga es un bombón".El dirigente comunista insistió en el fracaso de la operación reformista, aunque esté apoyada por la banca -"los banqueros la apoyan porque saben que, si Roca gobierna, gobernaría para ellos"-, y calificó la campaña del líder de "artificial y basada en los millones". Otra de las razones que apuntó para explicar su argumentación fue el nacionalismo catalán, y no el hecho de ser catalán, de Miquel Roca, lo que definió como "prueba del retraso de la cultura política en nuestro país, a diferencia de lo que tendría que ser un verdadero Estado de las autonomías".
El líder de Unidad Comunista señaló, en este sentido, que la salida política para 1990 podría ser la victoria de un partido de derechas, "que no sería Coalición Popular, pero sí otra formación compuesta por las mismas gentes", o el gobierno de la unión de socialistas, comunistas, nacionalistas de izquierda e incluso suaristas, "teniendo en cuenta las actuales posiciones de Adolfo Suárez".
Santiago Carrillo reiteró la fútura descomposición de Coalición Popular -"las declaraciones de Alfonso Osorio afirmando que no entraría en un Gobierno presidido por Fraga demuestran la falta'de confianza entre los mismos líderes", dijo- y auguró que en los próximos cuatro años el PSOE conocerá en su interior el nacimiento y crecimiento de una izquierda con base en los sindicatos de tendencia socialista "porque el PSOE no aguanta otro período realizando una política de derechas".
Carrillo insistió en su deseo de la unidad de las tres familias comunistas y se declaró "libre de toda culpa" de la desunión.
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