Politíca y cajas de ahorro
LA ASAMBLEA de la Confederación Española de Cajas de Ahorros se ha producido este año en un momento peculiar de su evolución, ya que la aplicación de la ley de órganos rectores de dichas entidades provocará la renovación de consejos y asambleas el próximo otoño. Dada la amplitud prevista del cambio, es probable que muchos de los asistentes a esta reunión no vuelvan a encontrarse de nuevo el próximo año por estas fechas.La nueva ley otorga un peso mayor, en el gobierno de las cajas de ahorro, a los Ayuntamientos y a los entes territoriales. Esto provocará una mayor politización y ocasionará también, a un plazo más largo, la renovación de un número importante de directores generales. En vista de lo cual algunos de ellos han previsto recibir indemnizaciones millonarias (hasta 100 millones de pesetas) en caso de ser despedidos. Se trata de una práctica poco compatible con el carácter benéfico de las cajas, muchas de las cuales aplican desde hace tiempo el principio de que la beneficencia bien entendida comienza por uno mismo: los sueldos y las ventajas de todo tipo de quienes trabajan en estas entidades tienen poco que ver con los del resto de los españoles.
Pero los problemas de fondo atañen a la esencia misma de la confederación. En los últimos años, la evolución de las cajas de ahorro ha sido bastante dispar. Algunas de ellas, generalmente las más grandes, han evolucionado hasta convertirse en entidades de depósito capaces de realizar una gama muy amplia de operaciones, prácticamente las mismas que realiza la banca; otras, por el contrario, han permanecido en la discreta penumbra de sus feudos locales sin cambiar apenas sus métodos de gestión. En general, son las cajas más pequeñas las que utilizan los servicios de una confederación que ha visto disminuir su influencia a medida que se han reducido los coeficientes obligatorios, pues una de sus antiguas funciones consistía en negociar el aseguramiento de las emisiones sujetas a coeficiente para colocarlas luego entre sus miembros.
La clausura de la reunión anual ha significado el inicio de una carrera por el control de la confederación y de las propias cajas, en la que parten favoritos los socialistas por una doble razón: en primer lugar, su sólida implantación regional y local les garantiza un lugar preeminente en los futuros consejos de muchas de estas entidades, así como una elevada probabilidad de acceder a numerosas presidencias. A partir de ahí, será más fácil plantear la batalla por el control de la propia confederación llegado el momento. Pero subyace el problema no resuelto del ámbito territorial de las cajas. Los partidarios del sometimiento al poder local o regional de estas instituciones pretenden limitar estrictamente su capacidad de expansión, mientras que los partidarios de una mayor integración del sistema financiero apuestan por la expansión territorial. Desde el punto de vista político, el problema es importante y dista mucho de estar resuelto.
Las cajas de ahorro han realizado en.los últimos años un esfuerzo considerable por adaptarse a un mercado financiero cada día más competitivo. El mayor peso de la representación política en sus consejos no debiera significar un paso atrás en el camino emprendido. Todo dependerá de las prioridades que fijen los nuevos consejos en materia de gestión y de la capacidad de los representantes políticos de hacer prevalecer la racionalidad económica y los intereses generales sobre los propios de cada partido.
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