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La 'guerra' entre Craxi y De Mita crea una atmósfera preelectoral en Italia

Juan Arias

La guerra ha estallado entre Ciriaco de Mita, líder de la Democracia Cristiana italiana, y el primer ministro, el socialista Bettino Craxi. El primero -reelegido por tercera vez consecutiva como líder democristiano, con el 75% de los votos, en el reciente congreso nacional de su partido- ha desafiado a Craxi y el primer ministro ha respondido que convocará elecciones anticipadas si De Mita reclama, antes de la primavera de 1987, la presidencia del Ejecutivo e insiste en negar que haya un pacto entre ambos partidos para alternarse en el Palazzo Chigi (sede del Gobierno). En Italia se respira ambiente preelectoral.

De Mita dijo en el congreso de la Democracia Cristiana que la presidencia del Gobierno le corresponde, por norma, al partido que gana las elecciones y que la actual jefatura del Gobierno socialista es sólo una concesión o un paréntesis permitido por los democristianos, que constituyen el partido de mayoría absoluta.Craxi ha respondido que no, existe ninguna norma constitucional que avale la tesis del secretario democristiano. "Si De Mita quiere el relevo en el Palazzo Chigi, que lo diga, pero que lo diga a los electores", ha dicho en una reunión a puerta cerrada celebrada con la ejecutiva del partido.

A ello responde el secretario democristiano diciendo que, precisamente, lo que él pide es que sean los electores quienes decidan qué gobierno desean y pide que los partidos que se pongan de acuerdo sobre un determinado programa de gobierno se presenten después juntos ante los electores explicándoles lo que desean hacer.

Esto último tiene su razón de ser: cada partido concurre a las elecciones con un programa propio. Los ciudadanos votan por un partido concreto, pero sin saber con quién tal partido va a gobernar después o si va a estar en el Gobierno o en la oposición.

En realidad, el partido socialista está muy nervioso tras el congreso democristiano porque se ha reforzado la imagen de De Mita, un hombre que nunca se ha caracterizado por ser un filosocialista.

La escuela de Aldo Moro

De Mita es más bien un hombre de la escuela de Aldo Moro y considera que los dos únicos partidos capaces de ser alternativa y centrales en la política italiana son el democristiano y el comunista. Además, pide a los socialistas y a los llamados partidos menores que decidan a cuál de estos grupos desean sumarse: si a la ballena blanca o al elefante rojo.Bettino Craxi, naturalmente, desecha esa alternativa porque lo que pretende con su política es crear un tercer elemento de centralidad política en el país alrededor del cual pueda constituirse una gran fuerza laico-socialista capaz de arrebatar a la Democracia Cristiana su ancestral poder y su hegemonía de Gobierno.

La lucha no va a ser fácil. Ambos líderes, que son opuestos por carácter, pero que se parecen en cuanto a la fuerza de voluntad con que defienden sus posiciones, esperan ahora una prueba importante: las próximas elecciones regionales de Sicilia, consideradas como un importantísimo control nacional. Siempre fueron importantes las elecciones sicilianas. Pero ahora, tras la limpieza hecha por De Mita en el partido, que el pasado año demostró ser el más comprometido con la Mafia, el desafío estriba en saber si los electores escogerán la nueva Democracia Cristiana presentada por De Mita, con personas nuevas que nunca han dado lugar a habladurías, o si preferirán cambiar de partido y volverse hacia los socialistas. Tras las elecciones, el duelo entre De Mita y Craxi se hará aún más duro.

A Craxi le vendrían bien ahora unas elecciones generales para aprovechar su imagen como hombre de Gobierno capaz, que ha conseguido crear el Gabinete más estable y más largo de la historia de la República. A De Mita, por el contrario, no le interesan porque necesita tiempo para continuar la reforma a fondo que se ha propuesto en el partido, sobre todo ahora que el congreso le ha dado vía libre para hacerlo.

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