El andén creativo
Esta primera producción del grupo Metros, que se fundó hace unos 11 meses, sienta un buen precedente, ya que sin ser una pieza redonda en el sentido de eficacia escénica, está bien estructurada y la concepción de Oller es clara desde el principio.Basada en la estética de los grises, algo que para algunos ya ha pasado de moda, pero que sin embargo tiene aún una fuerte implantación como entorno para las manifestaciones paralelas al arte (la moda, el interiorismo, el ocio urbano), hace que sus intérpretes aparezcan como modernos militantes a pesar de unos horrendos cortes de pelo, que nada benefician, y algunos detalles rudimentarios en la realización del vestuario.
Oller hace razón del trazado geométrico del espacio, y este principio llega hasta la percusión y el baile mismo. El respaldo musical trasciende lo incidental y es excelente, a pesar de que en el último cuadro recuerda demasiado al sonido repetitivo de Philippe Glass.
Muestra de danza en Madrid
Grupo Metros. De metros i metros. Coreografía: Ramón Oller; música: Agustí Fernández; vestuario: Joan Lluís Dube; escenografía: Jordi Jorba; bailarines: Jordi Cardoner, Cristina Lugstenmann, Anne Morin, Ramón Oller, Alicia Pérez-Cabrero y Carme Renalies. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 3 de junio.
Es muy acertado hacer la música en directo, y la interpretación del propio Agustí Fernández con Ezequiel Gillem en las percusiones eleva notablemente el ambiente. El fragmento sin música no se hace soportable, y sobran las referencias realistas a la espera del metro o la disputa por el banco de espera.
Hay algunos fallos de coordinación en las partes que deben ser bailadas a grupo, y aunque se notan poco, esto, y el deber de estirar los pies con corrección, son detalles que deslucen el resultado final. Esto parte de la diversidad de extracción formativa de los componentes y de un nivel irregular de preparación física. A pesar, el espectáculo está hecho seriamente, quedando muy a la vista el largo proceso de elaboración por el que ha pasado. La extensión de más de una hora no permite conseguir mantener un ritmo ascendente y decae por etapas. El solo de Ramón Oller es demasiado corto y se queda en la preparación de lo que empezaba como un adagio de acento lírico. Amalgama de tendencias, técnicas contemporáneas diversas y una buena dosis de invención, el espectáculo se sitúa entre las mejores manifestaciones de las vistas hasta ahora en la Muestra de la Villa, y la respuesta del público lo demostró.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.