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LA CAMPAÑA ELECTORAL

La reducción de la presencia militar norteamericana, una cuestión pendiente

El adelanto de las elecciones ha impedido ver si España y Estados Unidos llegaban a un acuerdo sobre la reducción de la presencia militar norteamericana en España. El Gobierno español ha preferido dejar pasar el tiempo, hasta el 10 de julio próximo, para entregar a Estados Unidos el proyecto que ha venido preparando sobre esta cuestión. Así, según fuentes, gubernamentales, se trata de evitar que una cuestión de Estado se convirtiera en tema de campaña electoral. La reacción de Estados Unidos al respecto sigue siendo, por lo tanto, una incógnita.Hasta el pasado 10 de diciembre, Washington no aceptó negociar formalmente con el Gobierno español sobre esta propuesta. Atrás quedaron catorce meses de titubeos y declaraciones contradictorias desde que Felipe González -en su decálogo de octubre de 1984- contemplara la reducción de la presencia norteamericana como una de las premisas básicas de su plan de seguridad y defensa para España.

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El 'decálogo'

Desde la publicación del decálogo hasta la aceptación de las negociaciones por parte de Washington hay un lento trabajo de persuasión, en el que llega á participar el propio Felipe González, quien mantiene conversaciones en Washington y Nueva York, el pasado mes de septiembre, con el vicepresidente, George Bush, y el secretario de Estado, George Shultz.

Los argumentos españoles sobre la necesidad de reducir la presencia militar nortearnencana en España se basan principalmente en dos razonamientos: la España de nuestros días nada tiene que ver con la de 1953, año en el que se firma el primer convenio hispano-norteamericano y, sin embargo, el espíritu de los convenios y la infraestructura puesta a disposición de Estados Unidos por parte de España sigue siendo, sustancialmente la misma.

El otro razonamiento español se basa en que la presencia de España en la OTAN y en la Comunidad Europea cambia bastante las cosas respecto al año 1953. Precisamente, fue Estados Unidos el que trató de evitar en todo momento que las negociaciones comenzaran antes de que el referéndum decidiera la permanencia de España en la Alianza Atlántica. Finalmente, el pasado mes de septiembre González terminó aceptando este principio.

En la últimareunión, celebrada para tratar esta cuestión entre George Shultz y su homólogo español, Francisco Fernández Ordóñez, el pasado 27 de mayo, en Washington,él comunicado conjunto final despertaba una nueva incógnita: el marco jurídico del nuevo convenio hispano-norteamericano que habrá de sustituir al actual, que expira en mayo de 1988, podría ser diferente a los anteriores y negociarse no sólo un convenio -como se ha hecho hasta el momento-, sino varios, siguiendo el modelo de relación que Estados Unidos mantiene con diversos países europeos de la Alianza Atlántica.

Los contactos hispano-norteamericanos previos a la negociación de las bases se han desarrollado casi sin tensiones. Una de las obsesiones del primer Gobierno del PSOE ha sido precisamente la de ser tomado en serio en Washington y dialogar sin desconfianza alguna. Este proceso parece cubierto, aunque al Gobierno le pueda suponer algún costo ante el electorado español, predominantemente anti-norteamericano.

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