_
_
_
_
Reportaje:NICARAGUA, BAJO EL BLOQUEO ECONÓMICO Y LA GUERRA / 1

En Managua falta de todo, incluso el agua

ENVIADO ESPECIALEn Nicaragua, perros y gatos están flacos: hasta en ellos se ven los reflejos de la crisis que afecta al país, una crisis económica despiadada y cruel, que siega esperanzas. "La situación económica es lo que más nos preocupa", afirma el escritor Sergio Ramírez, vicepresidente del país. "El embargo económico, que se traduce en un verdadero boicoteo, constituye un sitio a Nicaragua". Falta de todo, o casi, en Managua. Incluso el agua: dos días por semana, la ciudad se queda a secas. Hospitales, escuelas, residencias, fábricas, hoteles, oficinas administrativas y cuarteles quedan desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche sin una sola gota de agua.

Hay, desde luego, una explicación clara. En 1979, cuando fue derrocada la dictadura de Anastasio Somoza, vivían en Managua poco más de 650.000 personas. Actualmente vive allí casi un millón de habitantes, y no hubo recursos para adaptar el viejo sistema de distribución de agua a esa nueva población. "Las, plantas son muy viejas", afirma el presidente, Daniel Ortega, "y no podemos comprar los repuestos en Estados Unidos. Todo es difícil cuando las máquinas existentes en un país son norteamericanas y Washington no vende ni repuestos ni da manutención".La explicación es clara, pero no sirve para disminuir la exasperación provocada por la falta de agua. Además, la población se enfrenta a otra serie de carencias. Papel higiénico, por ejemplo. El baño privado del despacho de un ministro de Estado puede quedarse desprovisto de papel higiénico al igual que los baños del aeropuerto o de muchísimas residencias en Managua. También faltan todos los demás tipos de papel. La Prensa, entre otras restricciones, sufre ésta: no hay dinero para papel. "Llegará el día en que nuestros diarios tendrán cuatro hojas", advierte un alto dirigente. "No tenemos dólares".

Es verdad. El año 1986 va a ser especialmente duro. El Gobierno nicaragüense calcula que las exportaciones difícilmente podrán superar la tasa de los 300 millones de dólares (unos 42.000 millones de pesetas). Se espera un déficit mínimo de 200 millones de dólares. El país todavía dispone de algunos créditos en el exterior, pero no logró ningún préstamo importante. Todo lo que el mundo ha prestado a Nicaragua, hasta mayo, han sido cinco millones de dólares. Frank Sinatra podría ganar eso en cuatro giras a Suráfrica. Michael Jackson cobró tres veces más por un contrato con la Pepsi Cola. "El cerco es terrible", insiste Sergio Ramírez. "Se nos cerraron todas las puertas de las instituciones financieras internacionales".

La presión militar

El cerco económico, en realidad, funciona con más eficacia que el militar. La acción de los contra instalados en Honduras es importante, pero los sandinistas ya saben que no corren mayores riesgos a nivel militar. La presión de las acciones de sabotaje, los ataques contra la población civil y el desgaste provocado por la necesidad de mantener tropas en constante movimiento en la zona fronteriza con Honduras está, por supuesto, desviando recursos importantes del Gobierno. A nivel oficial, ni el presidente Ortega ni ningún otro dirigente informa de la parcela del presupuesto nacional destinada a los asuntos de defensa. Los comentarios efectuados en tono privado, en todo caso, indican que más del 50% de todo lo que el país produce está absorbido por la guerra. O va directamente a la manutención de las tropas, o es lo que el país deja de producir por la guerra. Además, los ataques terroristas contra instalaciones provocaron graves pérdidas al Gobierno. Todo eso sin contar con las víctimas, que ya son, entre muertos y heridos, casi 25.000 personas en los últimos cuatro años.

Sin embargo, lo verdaderamente grave son las secuelas de la interrupción de la entrada de divisas a el país. Incontables proyectos se hallan paralizados, como la reconstrucción de la débil estructura industrial nicaragüense o la mejora de los sistemas de riego para la agricultura. Por todas partes se pueden apreciar las cicatrices de la penuria: escuelas sin cristales, casas a medio reconstruir, coches sin parabrisas, matorrales. En las estaciones de autobús, la coca-cola se vende en bolsitas de plástico; no hay botellas, y cuando las hay, no hay metal para las tapas.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

En una estación de servicio próxima al Ministerio de Asuntos Exteriores hay pilas altísimas de baterías de automóvil. Son viejas baterías que se aprovechan y se reacondicionan como se puede. El país no puede importar lo necesario para tener baterías nuevas.

La gasolina está racionada, por supuesto, y las cantidades son estrictas. Cada usuario tiene derecho a poco más de 100 litros al mes. Menos mal que la mayoría de los coches son japoneses, que gastan poca gasolina. También están racionados los productos básicos, que están incluidos en una lista de precios controlados por el Gobierno. La idea de una libreta de racionamiento, al viejo estilo cubano, desató reacciones de indignación en Nicaragua. En los supermercados y tiendas que venden a través del sistema de libreta, las colas empiezan a formarse a las cinco de la mañana. Muchas veces quien llegó a las siete logra entrar en el supermercado a las tres de la tarde, para encontrarse con estanterías vacías. No se necesita demasiada imaginación para calcular el grado de irritación que eso puede provocar.

Además, sobrevive, cada vez más ágil, el enorme Mercado Oriental donde los precios no están controlados ni los productos racionados. Allí uno compra todo lo que no encuentra en otras partes, pero los precios -aun en dólares- son astronómicos. Para el nicaragüense medio son precios absurdamente caros. Y la vida se hace imposible. El presidente Ortega admite que hay problemas graves en el abastecimie nto de productos básicos. "La demanda creció mucho después del triunfo, y provocó una expectativa antes desconocida. Esa expectativa puede manifestarse incluso de manera, digamos, un tanto escandalosa, pero nosotros no tuvimos condiciones para aumentar la oferta al mismo ritmo. Es un problema, efectivamente".

El viajero que llega al aeropuerto debe cambiar 60 dólares al cambio de 70 córdobas por dólar. Más tarde, en la ciudad, encontrará casas de cambio, oficiales, que pagan hasta 900 córdobas por dólar. El mercado negro pagaba, en la primera quincena de mayo, alrededor de 1.700 córdobas por cada dólar, que luego era vendido a 2.100 córdobas.

Un ministro de Estado explica que, de no ser por esa especie de cambio intermediario, el dólar hubiese alcanzado, en el mercado negro, niveles mucho más elevados. "Es impresionante", dice, "cómo ciertos visitantes tienen plena conciencia de nuestras dificultades y cambian sus dólares en el mercado libre oficial, aunque pierdan con eso". Los turistas deben pagar el hotel en dólares. Con esas medidas el Gobierno trata de recaudar menguados dólares.

El grueso de la población, en todo caso, vive muy al margen de esa preocupación. Son muchos los avatares de una vida bajo economía de guerra. Y es en ese punto donde la política agresiva de Estados Unidos logró otro objetivo: obligar a la población a convivir con la amenaza de una invasión de proporciones catastróficas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_