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UNA DEMOCRACIA ACOSADA / 2

El presidente peruano suaviza su retórica antinorteamericana

Lima y Washington parecen condenadas al enfrentamiento, pese al pragmatismo de Alan García

Antonio Caño

ENVIADO ESPECIALEl presidente peruano, Alan García, ha suavizado en los últimos meses esa retórica antinorteamericana que había empezado a preocupar seriamente en Washington. Se trata, simplemente, de aplicar la política de dos pasos adelante y uno atrás, según consideran dirigentes de su propio partido, la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). Algunos de los adversarios políticos de García creen que éste ha comprendido que había ido demasiado lejos y ha rectificado.

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Sea como fuere, parece muy tarde para dar marcha atrás, síes que el presidente peruano. quiere hacerlo. Aunque el embajador de Estados Unidos en Lima, David Jordan, se esfuerce por convencer a. su Gobierno, de que Alan García es esencialmente un pragmático, el joven dirigente de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) parece condenado al enfrentamiento con el Gobierno de Estados Unidos. Y no sólo porque García se haya atrevido a tocar verdaderos puntos sensibles para la Administración norteamericana, como Centroamérica y el Fondo Monetario Internacional, sino porque ha asumido compromisos internos con su pueblo, que, acostumbrado como está a oír decir que el Perú de hoy es distinto porque es un Perú antiimperialista, difícilmente entendería una rectificación en este sentido.Incluso personalmente, el presidente García se siente poco ligado a EE UU. Visitó, por segunda vez, ese país cuando en septiembre pasado acudió a las Naciones Unidas para pronunciar un discurso incendiario ante la asamblea general, no habla inglés y, educado en Europa, no tiene una visión norteamericana de las cosas.

"Las relaciones con Estados Unidos", explica el ministro de Relaciones Exteriores, Allan Wagner, "son las propias de un país que desea llevar a cabo un proceso profundo de transformaciones internas, que tiene una dimensión externa en la medida en que el sistema político-económico al que pertenece le impide llevar a cabo un proceso autónomo de transformación". Wagner añade: "No tenemos con Estados Unidos una confrontación global, ni tampoco la buscamos, lo que ocurre es que este: proceso autónomo que Perú busca en el marco latinoamericano encuentra puntos de confrontación con el sistema del cual Estados Unidos es la potencia dominante, que naturalmente se resiste a que vaya por ahí un país pequeño ¡alborotándoles el cotarro".

Probablemente más grave aún que la posición peruana sobre el Fondo Monetario Internacional es, para Washington, su intervención en el conflicto centroamericano. Estados Unidos, que nunca ha demostrado gran entusiasmo por el Grupo de Contadora, se encontró en la toma de posesión de Alan García con que el nuevo presidente anunciaba la formación de un grupo de apoyo al de Contadora del que forman parte, además de Perú, Argentina, Uruguay y Brasil. De hecho, ese grupo, cuya creación fue un revulsivo importante para Contadora, es en un 80% la cancillería peruana.

Como agente de primer orden en el proceso negociador centroamericano, Perú se ha convertido además en el principal valedor de Nicaragua. En la reciente toma de posesión del presidente electo de Costa Rica, Óscar Arias, Alan García rehusó acudir a una cumbre improvisada para discutir sobre Centroamérica porque estaba ausente Nicaragua. El de Lima es el Gobierno que con más contundencia ha condenado el apoyo norteamericano a la guerrilla antisandinista y el único que ha advertido que romperá relaciones con la potencia que agreda a Nicaragua.

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El problema es que si alguna vez Alan García quisiese romper relaciones con Washington, su ministro de Economía le tendría que aconsejar correctamente que no lo hiciese, puesto que el 50% de las exportaciones de este país están dirigidas a Estados Unidos.

El papel peruano es también importante en el caso de El Salvador. La casa de Alan García fue escenario, a finales del pasado mes de abril, de una toma de contacto importante entre la guerrilla y el Gobierno salvadoreño.

Tal vez el giro más grave que para Perú ha tomado la situación internacional en los últimos meses sea el progresivo aislamiento del Gobierno aprista dentro del mis-mo continente latinoamericano. Es obvio que la política peruana de relacionar el pago de la deuda externa con el volumen de las exportaciones no ha encontrado el eco esperado por García, y la mayoría de los países del llamado Consenso de Cartagena han negociado directamente con el FMI.

Solo ante el FMI

Perú se queda, pues, solo ante el Fondo, mucho más preocupado por los ataques de García al papel de la institución económica que por el incumplimiento, por parte peruana, de las obligaciones de pago de una deuda ridícula en comparación con las de los grandes. países de la, región.

La incógnita en estos momentos es si Alan García, que llegó a la Presidencia de Perú resuelto a convertirse en un líder continental, se rendirá ante: estas dificultades. Aquí se piensa que el líder aprista puede buscar otras vías de actuación en el plano internacional, ,orno, por ejemplo, el Movimiento le Países no Alineados. Quien le conoce bien asegura que García está dispuesto a hacer cualquier cosa para convertirse en 1999 -cuando la jefatura del movimiento le corresponde a un país latinoamericano- en el presidente le esa organización; para ello parece contar ya incluso con el respaldo del máúmo dirigente cubano, Fidel Castro, con el que parecen completamente zanjadas las diferencias aparecidas en los prineros meses del Gobierno aprista.

Si en un momento se pensó que el Gobierno peruano intentaba una posición equidistante entre Washington y La "Habana, ésa no es hoy la situación.

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