Botha asume la responsabilidad de la agresión del lunes y advierte que nunca tolerará la violencia del ANC
El presidente de Suráfrica, Pieter Botha, aceptó ayer la plena responsabilidad por la triple incursión llevada a cabo el lunes por el Ejército surafricano en los Estados vecinos. La violencia del Congreso Nacional Africano (ANC) "no puede ser y no será tolerada", dijo en el Parlamento. En un debate urgente celebrado tras la sesión habitual, Botha anunció que Suráfrica no hará caso a las protestas de Occidente "con su doble raseró". La decisión de atacar a Zambia, Zimbabue y Botsuana fue adoptada para proteger la vida de los surafricanos, dijo Botha, que últimamente se había mostrado aperturista
"Asumo toda la responsabilidad por las acciones desarrolladas por nuestra fuerzas de seguridad", dijo Botha en la Cámara blanca del Parlamento. "Las felicito, el país está con ellas, unido contra el terrorismo, unido por la libertad".Colin Eglin, líder de la oposición parlamentaria blanca respondió que el tripe ataque del lunes fue "un gran disparate político por el que todo el pueblo de Suráfrica tendrá que pagar". El precio "será muy alto, si no desastroso". "Estas incursiones, fuera cual fuese el objetivo, llevarán a Suráfrica. todavía un paso más adelante por el camino de la violencia y la contraviolencia hacia el que nos hemos estado moviendo cada vez más deprisa", dijo también Eglin:
Kenneth Kaunda, presidente de Zambia y decano de los líderes de los seis países del frente (los tres atacados más Angola, Mozambique y Tanzania, caracterizados por su firme política antisegregacionista) amenazó con retirase de la Commonwealth cuando se celebre la próxima reunión de jefes de Estado de esta organización en agosto. Kaunda se preguntó si los demás Estados africanos van a querer seguir perteneciendo a una organización encabezada por un país cuya primera ministra (Margaret Thatcher) está más próxima al enemigo (Suráfrica) que a algunos de sus miembros.
Los ministros de Exteriores de los países y del frente celebraron ayer una reunión urgente en Harare, una de las capitales atacadas, y elaboraron un comunicado conjunto en el que reiteraron su Ilamamiento para la adopción de sanciones económicas contra el régimen surafricano como un método efectivo de combatir el sistema de apartheid y llevar al paz y la estabilidad al África Austral". Los ministros califican las incursiones de "indecentes actos de agresión no provocada y no advertida".
El ANC, objetivo último de los ataques surafricanos, según la versión oficial, anuncié en la capital de Zambia que intensificará sus acciones guerrilleras contra el Gobierno de Pretoria. Tom Sebina, portavoz del grupo dijo: "Estamos en lucha. Creo que la violencia es el único lenguaje que esta gente entiende".
Críticas a Washington
Sebina acusó al Gobierno estadounidense de ser blando con el apartheid. "Los norteamericanos bendicen al régimen cada vez que hace alguna de las autodenominadas concesiones".En Johanesburgo, el subsecretario de Estado para Asuntos Africanos, Charles Freeman, declaró que iba a volar hasta Lusaka, la capital de Zambia, para reunirse con los tres embajadores norteamericano en los países atacados. Dijo que había informado al ministro Exteriores, Roelof Botha, sobre la condena de Washington, que ve en la agresión "el mayor daño a los esfuerzos para facilitar tanto el cambio pacífico en el país como la cooperación en la región". Freeman no quiso hacer comentarios sobre las posible represalias que pudiera adoptar Estados Unidos por las actuaciones de Pretoria.
El año pasado, cuando fuerzas surafricanas atacaron un presunto centro del ANC en Gaborone, la capital de Botsuana, y mataron a 12 personas, Washington retiró a su embajador durante tres meses.
En la comunidad negra surafricana, mientras tanto, se siguen produciendo enfrentamientos entre colaboracionistas con el régimen y sus rivales. En el campo de Crossroads Squater, de ciudad del Cabo, donde han muerto al menos 18 personas, los dos grupos rivales se vigilaban ayer amenzadoramente con piedras cuchillos y palos. Cerca de Durban, la policía encontró los cadáveres de seis negros, aparentemente colaboracionistass, que habían sido muertos a pedradas y palos y cuyos cuerpos fueron después quemados.
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