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Del velatorio al carnaval

La casa del candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Jacobo MajIuta, parecía un velorio la medianoche del viernes. Por el contrario, un grupo reducido de seguidores del líder del Partido Reformista Social Cristiano, Joaquín Balaguer, convirtió el patio de la casa de éste en un carnaval en la mañana de ayer.

Tres horas después del cierre de los colegios electorales, a las nueve de la noche, hora local (tres de la madrugada, hora peninsular española), todavía, reinaba la confianza en la mansión de Majluta. El candidato del PRD repartía abrazos con aspecto tranquilo. Al paso de su esposa, una señora oronda vestida de blanco, los amigos comentaban en voz baja: "Ahí va la primera dama". Los fotógrafos y periodistas hablaban de Majluta como si ya fuese el presidente. La casa es lujosa e imponente, pero inferior a muchas que la rodean.

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En un momento, Majluta desapareció en un pequeño despacho, donde sólo entraron sus más fieles seguidores, controlados en la puerta por un cancerbero. Sobre una mesa del despacho se advertía una terminal de ordenador. El rival de MajIuta dentro del PRD, el alcalde de Santo Domingo, José Francisco Peña Gómez, permaneció fuera del sancta sanctórum, y al poco rato se marché.

Cuando salió Majluta del despacho, los gestos eran más bien graves. Poco después, el candidato abandonó su residencia sin decir adónde se dirigía. Hacia la medianoche reinaba allí un aire de funeral y de derrota. Las señoras contemplaban en la televisión la actuación del cantante venezolano El Puma. El candidato se había retirado a sus habitaciones sin hacer declaraciones, mientras en la cena languidecía un bufé frío de quesos ensalada y embutidos.

El patio de entrada de la modesta casa de Joaquín Balaguer se vio inundado por dos centenares de seguidores y amigos a primeras horas de la mañana de ayer. Lo balagueristas gritaban y brincaban. Mientras un grupo lanzaba un grito, el otro coreaba "presidente Balaguer" y "que se vaya el pe-erre-de".

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En la biblioteca de Balaguer que por su ceguera ya nunca podrá utilizar, cuelga una foto del candidato abrazado al entonces gobernador de Puerto Rico Luis Ferré. Desde un cuadro en un marco dorado contempla toda la escena una reproducción plastificada de un óleo en colores que representa a Francisco Franco vestido con uniforme de gala de capitán general

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