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Tribuna:FERIA DE SAN ISIDRO
Tribuna
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No todos pueden ser El Cordobés

Son pocos los toreros que alcanzan fama y cortijos. Habla Pedro Giraldo, de 39 años:"Nací en Cisneros, un pueblo de la provincia de Palencia, el mayor de tres hijos de un obrero del campo. Cuando tenía 13 años murió mi madre, y mi padre me mandó a vivir con unos tíos míos en Sevilla. Dejé de estudiar y entré a trabajar en un bar al lado de la Maestranza. A mi jefe le regalaban dos pases para todas las corridas, y siempre me daba uno a mí. Desde el principio me gustó el espectáculo, los toreros me parecían seres algo sobrenaturales; se me despertó un espíritu aventurero quise hacer lo mismo. Iba a entrenar al parque de María Luisa, pero nadie te enseñaba nada, algunos incluso te equivocaban para que no aprendieras. En la Venta de Antequera daban fiestas flamencas por la noche y al final soltaban vaquillas. Estaban muy toreadas, pero me tiré y di tres pases. Me volteó la vaquilla y me rompió el pantalón y tuve que volver andando en la oscuridad hasta Sevilla, pero no me cambiaba por nadie: yo me había puesto delante, me sentía como un pequeño dios".

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"Mis tíos creían que el aspirante a torero es un golfo y me mandaron a Palencia. Trabajé en una vaquería, ordeñando vacas, y empecé a asistir a las capeas en Salamanca, Valladolid, Zamora, Portugal. Soltaban los novillos y los pegábamos pases en la calle; a veces éramos 15 o 20 chavales intentando robarles pases. Después, en la plaza del pueblo, los toreábarnos otra vez y los más lucidos pasaban un capote en donde la gente echaba dinero. He perdido seis o siete años en capeas, jugándómela en pueblos porque no sabía torear".

"En invierno iba a los tentaderos en Salamanca, pero muchas veces no te dejaban entrar. Me presenté para la oportunidad que organizaban en Vista Alegre, en Madrid, y me aprobaron, pero luego no me dieron festejo. Esa vicia de maletilla era la más dura que se pueda imaginar, pero también la más bella. Soñábamos siempre con la gloria del toreo, que aparecería, un apoderado en un Mercedes para hacernos figuras: soñábamos despiertos".

"Cuando salí de la mili toreé varias veces en Logroño y tuve éxito. Desde 1973 a 1978 toreé más de 2,00 novilladas sin caballos y otras 60 con picadores, y tenía un apoderado. En 1976 corté una oreja en Madrid y me repitieron otras tres veces, y en 1977 toreé tres veces en La Ventas y estaba puestísimo. En la última recibí una cornada en el muslo, fuerte pero limpia. Una semana después toreaba en Lunel, en Francia, y resbalé. Me cogió el toro en el pecho y creí que me iba a asfixiar. Un helicóptero me llevó a un hospital en Montpellier, y eso es lo que me salvó. El pitón había entrado por debajo del corazón, me dañaba el pulmón, el diafragma, la aorta intestinal. Estuve ocho días en la UVI, y cuando me escapé del hospital para volver a España, el médico francés me dijo: 'Toreros españoles locos'. Estuve dos meses más en cama, pero al final de esa temporada toreé una novillada en Avila. Era astifina, y al entrar a matar recibí una cornada de caballo en la ingle, con dos trayectorias, una de ellas para el estómago otra vez. Estuve en el Sanatorio de Toreros hasta febrero del año siguiente, y no se me cerró la herida hasta junio, aunque no dolía. Asistía a tentaderos con la herida vendada".

Orejas y rabos

"En 1978 estaba parado, tenía que hacer algo especial. Maté seis toros solo en Palencia y corté seis orejas y dos rabos. Al entrar a matar al último me cogió en un testículo, en el ano y en el vientre. Esa herida fue molesta, muy molesta, el picor, el dolor... Las monjas, en el sanatorio, me ponían bolsas de hielo contra el dolor, pero me reventaba, gritaba. El 2 de septiembre de ese arlo tomé la alternativa en Palencia, de manos de El Viti, con Palomo de testigo. Corté una oreja, pero luego las cosas no rodaron bien. Me iba a quitar, pero me pusieron 14 tardes de sobresaliente con Pepe Luis Vázquez cuando era novillero y toreaba con Curro Romero y un rejoneador. En 1980, toreando en Arganda del Rey con José Antonio Campuzano y Frascuelo, formé un lío y eso me dio moral para seguir".

"En agosto de 1981 confirmé la alternativa en Madrid con toros de García Romero Hermanos. Salieron pregonaos, imposibles, aunque los tres nos arrimamos mucho. Fue entonces cuando me convencí de que ya no tenía nada que hacer en el toreo. Incluso si hubiera cortado una oreja y me hubieran repetido, de poco habría servido: las próximas corridas eran por el estilo, salieron fatales. Llegué a la cruda realidad de lo que son las cosas: si no vas con una casa fuerte, todo está cerrado. Sabía que era un hombre, un buen profesional, pero que es imposible hacerlo solo":

"Desde entonces he trabajado como banderillero en becerradas y novilladas. He enseñado a chavales a torear, esa formación que no tuve yo. A Carretero, por ejemplo, que antes ni sabía coger el capote y ahora va a tomar la alternativa: el orgullo mío es haber creído en él cuando todos decían que no servía. Actualmente toreo con un chico de la Escuela Taurina, Sergio Sánchez, que tiene posibilidades; le hago muchas de sus novilladas. En invierno trabajo de camarero en un bar de Madrid. La ilusión de cualquier banderillero es ir fijo en la cuadrilla de una figura, pero es muy difícil: esos puestos están ocupados y no los suelta nadie.

Pero también hay otra fiesta, la de los pueblos. Hay toros en todos los pueblos, la gente paga si dinero y se divierte en su feria". "En 1983 me casé. Mi mujer es aficionada y tenemos un hijo de dos años y medio que va a todas las corridas. Mi vida ha sido una lucha constante. De niño, en mili casa, sólo comíamos patatas, y en la escuela no aprendí más que a leer, sumar, restar y el catecismo; era todo ridículo. Yo he intentado formarme, educarme. Leo mucho, sobre todo, novelas. Siempre te queda la incógnita: 'Si hubiera matado a la primera, aquel día, si no me hubiera cogido ese toro...' Pero en el fondo no me queda pena por no haber triunfado, yo no tengo frustración. En un sentido no hay grandes diferencias entre los toreros; la figura es el que ha ganado el dinero. A mí me gusta ser banderillero, soy un enamorado de esta profesión. No sé hacer otra cosa. Sólo quiero torear".

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