Marco Ferreri insiste en su mundo obsesivo
ENVIADO ESPECIAL, Dos vehículos capaces de llevarte al futuro: un llavero y un cultivo de champiñones. Para Marco Ferreri, dentro siempre de su mundo obsesivo sobre la imposibilidad de una relación equilibrada entre hombres y mujeres, un llavero hablante -sólo dice I love you- es el último escalón de un binomio imposible; para Stephen Bayly, el director de Coming up roses, los champiñones son una apuesta de cambio. Ambos filmes se han visto en el 39º Festival de Cannes.
I love you cuenta una historia de amor entre Christophe Lambert y ese llavero con rostro y voz de mujer que encuentra en la calle. Es una mujer sumisa, que siempre dice amar, con la que no existen obligaciones. Basta silbar para que confirme un enamoramiento permanente. Pero los gadgets son malignos, y no sólo porque son malos intérpretes de películas, sino porque se comportan como los ordenadores de las cintas de ficción científica. Responden a estímulos binarios, al sí y al no, al silencio y al ruido. Y eso reduce las ficciones a la altura de idea de cortometrajes. Ferreri intenta superar la limitación dedicando mayor atención al aspecto plástico del filme, inventando arquitecturas futuristas; pero si él odia ese futuro, no se atreve a proclamarlo en voz alta, teme ser considerado como alguien que ha quedado descabalgado de la época. Ferreri no sabe qué hacer con unas intuiciones que van convirtiéndose en esquemas. El mayor cuidado en la puesta en escena no enmascara las dudas y ya no puede recobrar el pulso que hizo de Dillinger e morto -título con el que se autohomenajea- una de las obras clave de la década. Si entonces Piccoli se atrevía a fugarse rumbo a Tahití, dejando atrás su confort de ejecutivo, ahora Lambert queda en medio del mar esperando un navio que le lleve a alguna parte. Ésa es la imagen exacta de la desorientación del director.Primera película rodada en gaélico, Coming up roses es una enloquecida comedia sobre la crisis de las salas de exhibición, que propone reconvertir en lugares destinados al cultivo del champiñón, aprovechando la oscuridad, y el que los edificios disponen del agua necesaria para asegurar el grado de humedad adecuado.
Al margen de la selección competitiva, Coming up roses se ha convertido en la película del día. Producida con la ayuda del Chanel 4 en Gales -un canal que, funciona desde 1980 y que se dirige principalmente al 20% de la población que habla gaélico-, esta película de Stephen Bayly se inscribe en una tradición de comedia popular, un tanto asainetada y grosera. Aquí los intérpretes son obreros en paro, pero también toda una pequeña ciudad minera atacada por la crisis y la fiebre reconversora.
¿Qué sucede en una ciudad cuando acaba el horario de trabajo e incluso han acabado las funciones teatrales o de cine? Es lo que va a descubrir Paul Hackett, el yuppie de After hours, interpretado por Griffin Dunne. Basta con romper con el horario habitual para estar al otro lado del espejo y el joven profesional de ciudad se convierte en un animal acosado, sospechoso de robo, violación, asesinato y demencia.
After hours es una comedia muy brillante, sostenida por un ritmo endiablado. Martin Scorsese, su director, se conforma con ser divertido y eficaz.
Hay una posible lectura psicoanalítica de After hours, esa que relaciona los desastres del protagonista con su miedo al sexo femenino, a ser castrado. La interpretación no es abusiva desde el momento en que Scorsese insiste en proponerla a través de unos graffitis en unos urinarios o en los libros de operaciones truculentas que guarda Rosanna Arquette en su bolso, pero es quizá la parte menos interesante del producto. Que hay que contemplar como un ejercicio de estilo más que como una reflexión sobre'los miedos del americano que cree vivir en el mejor de los mundos.
El canadiense Denys Arcand, en clave de comedia costumbrista, también se interesa por la cara oculta de la civilización del bienestar. Aquí, en montaje paralelo, asistimos a los diálogos entre un grupo de profesores de universidad y otro formado por sus esposas. La familia, la pareja como institución, la sexualidad posesiva y dentro de las normas, son el objetivo de Le declin de l'empire americain, proyectada en la quincena de realizadores y muy bien recibida por el público.
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