'EI caminante'

Quiero salir al paso de esas críticas que últimamente ha publicado su periódico contra la instalación de una escultura de A. López en Madrid, El caminante, aunque sólo sea por la influencia que prestigia a EL PAÍS, y que en este caso podría desmoralizar al artista o a las autoridades municipales de esa ciudad.Da lástima pensar que alguien se oponga a la erección de ese monumento, por una vez que el homenajeado no pertenece al repertorio iconográfico habitual de generales y políticos, deidades paganas y cristianas, reyes y glorias de las letras, sino que se limita a ser un simple hombre, sin apellidos y sin cargos públicos, sin uniforme ni aureola de santidad y, metafóricamente, también sin ropas.

En segundo lugar, en cuanto a las medidas de la obra, supongo que se deberá a razones de perspectiva urbana, de que ese hombre se haga visible en una avenida de las dimensiones de la proyectada. No creo que en Florencia le reproche nadie a Miguel Ángel que su David mida más de 1,60 metros, ni el hecho de que esté desnudo en plena vía pública.

Va siendo hora de que el español asuma su propio cuerpo sin complejos. Ninguna crítica se hubiera levantado -antes, al contrario- si el monumento mostrara una alegoría femenina de la Libertad -o de la Justicia, o de la República- con los pechos desnudos.

Ya basta de mojigaterías y vergüenzas de inmadurez. Y sintárnonos todos homenajeados, ya que todos somos un poco caminantes.-