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GENTE

Amador Rubio,

vecino de Villanueva de la Sierra, Cáceres, ha recibido a una expedición de 60 calvos de Euskadi, que han acudido en peregrinación para probar un crecepelo de su invención. El brebaje, que Amador Rubio mezcla en una pila de su cuadra y mete en botellitas de plástico que vende a 1.000 pesetas, lleva azufre, petróleo, romero y otras hierbas que el inventor prefiere mantener en secreto, ingredientes que, de no provocar la salida de la melena, deben de garantizar, al menos, una calva desinfectada y lustrosa.

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