El sindicalista que dijo 'no'

RODOLFO SERRANO, Dicen que cuando -ahora hace un año- Antonio Rosa, senador socialista y secretario general de la UGT de Badajoz, anunció que abandonaba su escaño porque no podía votar a favor de la reforma de pensiones rechazada por su sindicato, alguien con mucho poder en el Gobierno comentó al ver su foto en la primera página de EL PAÍS: "Se va a enterar". Días después, Antonio Rosa era destituido como portavoz del Grupo Socialista en el Parlamento extremeño. Corría por entonces el mes de julio de 1985, y nadie daba un duro por el futuro político de Antonio Rosa. Desde entonces el ex senador ha centrado prácticamente toda su actividad en la vida sindical.

Su decisión de renunciar al escaño fue una sorpresa. Pero Antonio Rosa llevaba semanas madurando una idea que a muchos les parecía un suicidio y que muy pocos comprendieron.

Nació en Dos Hermanas (Sevilla) hace casi 36 años y es padre de dos niños. Operador de Telefónica, lleva en Badajoz desde 1978. Antonio Rosa es un hombre organizado, con un cierto sentido de la ironía. Fue elegido presidente del último congreso de UGT y llevó con mano de hierro un debate que no era nada fácil, tal vez porque, como aseguran los que le conocen, bajo su barba cuidada y el peinado años sesenta, oculta en su voz suave y sin sobresaltos, escondida en su aire de chico tímido, una dureza que siempre se descubre demasiado tarde, cuando ya ha convencido al contrario con sus argumentos.