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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

"Una gran bonita ópera"

Llega a su fin la programación oficial del Gran Teatro del Liceo, antes de que los cuatro títulos del ciclo primaveral -Don Pasquale, Edip i Jocasta, Los cuentos de Hoffman y La Traviata- acudan a alterarnos saludablemente la sangre. Y no, esta vez afortunadamente no cabe hablar de restos de serie de final de temporada: la Norma que el lunes asomó al escenario de las Ramblas venga con autoridad el infausto finale que supuso la Madame Butterfly del pasado año, toda vez que pone digno broche de oro a unas efemérides líricas que realmente lo han merecido.Moses und Aron inauguró, Norma cierra. Nadie podrá decir a la vista -a la escucha- de estos dos títulos que no se haya perseguido el equilibrio entre novedad y tradición. La de Bellini sigue siendo "una gran bonita ópera", por emplear las palabras que el cáustico defensor de la poética schönbergiana, Theodor W. Adorno, pondría en boca del tópico aficionado al género. Una bonita ópera que, en 1837, llegó a interesar -agárrense- a un joven director de la ópera Alemana de Riga, un tal Richard Wagner, quien para la representación en aquel teatro, llegó incluso a escribir una aria para bajo a intercalar en la partitura del catanés. Wagner componiendo -al modo belliniano: oirlo para creerlo.

Vicenzo Bellini

Joan Sutherland, Doris Soffel, Jesús Pinto, Giorgio Surjan, Cecília Fondevila y Antoni Comas.Orquesta y Coro deL Gran Teatro del Liceo. Director: Richard Bonyrige.

La mejor baza de Bellini es indudablemente la desvinculación de su música del texto literario. La historicidad de la representación, el, hic et nunc dramático, configura tan sólo un tenue telón de fondo a respetar mínimamente durante los recitativos, pero a olvidar definitivamente en las arias, regiones oníricas en las que ni siquiera el sentimiento tiene acceso: "El canto belliniano es el momento lírico que vive más allá del sentimiento", ha señalado con acierto el crítico Glauco Cataldo.

Exquisitez

Cómo conciliar tales presupuestos con los que animaron al autor de Opera y drama es cosa que, por incapacidad confesada, dejamos en manos del lector. Por nuestra parte, nos conformaremos con demostrar lo obvio, es decir que Richard Bonynge desde el foso y su mujer Joan Sutherland desde las tablas sirven al planteamiento belliniano con la exquisitez propia de quienes, desde hace varios lustros, se cuentan entre las primerísimas figuras en este repertorio. No en vano la Sutherland está considerada, junto a María Callas y Marilyn Horne, la principal artífice de aquel fenómeno de los 50-60 conocido más allá de los Pirineos con el nombre de Belcanto-Renaissance.

Y en tal tarea la aportación de Bonyrige ha sido imprescindible.

No es, sin embargo, por consideraciones históricas que no entendemos los siseos al director que llegaron desde algún sector de los pisos altos, sino por lo que sinceramente pudimos escuchar. La sagrada horizontalidad de la música de Bellini, siempre reacia al acorde vertical en aras de una melodía que tiende al ifinito, se nos apareció toda, el lunes, gracias al buen hacer del maestro y de los profesores a sus órdenes. Los tempi acaso fueran algo rápidos, pero, en nuestra opinión, siempre justificadamente. En cuanto a Dame -tal es el título que ostenta la soprano, concedido por Su Graciosa Majestad la reina Isabel II -Joan Sutherland, apuntar que su legato es en directo más fascinante de lo que los discos nos habían contado. Y si algún agudo, a sesenta años, queda ligeramente entrecortado nos importa un comino: una capacidad similar de perseguir la melodía hasta sus últimas consecuencias es difícilmente igualable.

Bravo la Adalgisa de Doris Soffel, quien hace más de tres años ya nos entusiasmó en el Palau con un precioso recital... de lied schumanniano! En su currículum consta, además, que es una excelente intérprete wagneriana: a la vista -a la escucha- de su personaje y recordando aquel recital, lo creemos sin vacilaciones. Por lo que se refiere a Jesús Pinto como Pollione, decir que estuvo algo mejor que en la Manon Lescaut de esta misma temporada, pero que tiene que encontrar necesariamente a alguien que le enseñe a modular la emisión: materia hay, pero falta formación. El resto del reparto y los coros dieron pruebas de extraordinario momento.

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