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Ataque de EE UU contra Libia

LE MONDEDesde el final de la guerra de Vietnam, Estados Unidos no había organizado y llevado a cabo una operación de tal magnitud como la que acaba de azotar a Libia para castigar al pero rabioso de Trípoli (...)El presidente Reagan, que conoce su poder, acaba de asegurarse una victoria en su papel de justiciero. Su ataque a un nido de terroristas es aplaudido en su país con el fervor que saludó antaño a las últimas imágenes de Treinta segundos sobre Tokyo.

Aunque no sientan la menor simpatía por Gaddafi los europeos aprecian poco este argumento. Tienen la impresión de que el presidente norteamericano está de alguna forma ante una guerra.

Frente al tipo de conflicto del mundo moderno que es el terrorismo, y que utiliza admirablemente el guía de la revolución libio. Estados Unidos ha recurrido a una práctica clásica que no destaca por su imaginación (...)

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Lo que más cuestiona la vieja Europa es el método utilizado por su gran aliado. La misma señora Thachter, antes de ceder a otras consideraciones manteniendo sus lazos privilegiados con Washington, opinaba, con los Doce, que los perros rabiosos y los enemigos de Occidente deben ser neutralizados de forma menos sumaria.

antes de lanzar su operación, Reagan había dado a conocer claramente sus intenciones a sus aliados. Decidido a actuar en solitario en caso de necesidad. No se ha beneficiado más que del incómodo apoyo de Londres. Francia le ha negado un derecho de sobrevuelo que no le era indispensable. Italianos y españoles, en primera línea en caso de represalia, han apelado en vano a la moderación.

Pero la exasperación de los europeos frente a las maquinaciones y a las delirantes amenazas del coronel Gaddafi hacen que sus reticencias sigan siendo corteses. Sólo los griegos levantan la voz, pero no es verosímil que comiencen una crisis con Estados Unidos para defender a tal personaje.

Nadie sabe si el ataque a Trípoli va a debilitar verdaderamente allider libio. Puede, por el contrario, guiar un ejército, que se sustraía a sus encantos, a estrechar filas en torno a él.

En cuanto al terrorismo, ningún bombardeo puede destrozarlo. En todo caso, el ataque a Trípoli ha alcanzado sin duda uno de sus objetivos no confesados: hacer saber claramente a Moscú que más allá de sus maravillosas proposiciones, de reducción de armamentos, algunas crisis regionales -desde Libia a Nicaragua pasando por Afganistán- sorprenden a Estados Unidos dispuesto a utilizar todo su poderío. ¿Era realmente necesario para transmitir este mensaje el estrépito de las bombas sobre Tripolí?

15 de abril

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