En el momento de iniciar el paseíllo
Los toreros, después de un largo invierno de preparación -unos en América, otros en el lugar donde generalmente viven-, se prestan a iniciar la temporada con la mayor de las ilusiones. Ya pasó la feria de la Magdalena de Castellón, las fallas de Valencia, pero. en el toreo siempre existe algo especial, en donde sus protagonistas sienten un singular deseo de estar presentes y acudir a su cita anual.Una de esas citas, no cabe la menor duda en este aspecto, es la Feria de Abril en Sevilla; digo en Sevilla, aunque no sería necesario, porque ya con decir Feria de Abril, en el toreo se sabe de sobra dónde es.
Para el torero, estar presente en los carteles es conocer de antemano a lo que se expone, pues un triunfo o un fracaso es de una importancia vital para el resto de su temporada y también para el futuro de su carrera artística. Todos los toreros quieren, desean y sueñan con cuajar un toro en la feria, y además piensan con verdadera ilusión lo que para ellos significa.
La afición de Sevilla, por su manera de ver los toros, por su sensibilidad y su sapiencia, sabe valorar el esfuerzo y el arte de cada uno de sus integrantes y no regatea, a pesar de sus silencios y de su aparente indiferencia, el aplauso en los momentos en que los toreros se afanan por lograr cotas que a lo largo del tierripo puedan quedar plasmadas en la retina del espectador y, en definitiva, puedan ser contadas sus faenas de padres a hijos, que será al final lo que de verdad quede en la historia del toreo.
El ganadero
En otro plano de protagonistas está el ganadero, pieza fundamental y básica para el logro de todo lo anteriormente expuesto, pues sin el toro no cabría ninguna posibilidad de existencia de nuestra incomparable fiesta.
El ganadero prepara su corrida con tiempo suficiente para que sus toros puedan ser lidiados con el trapío que la plaza de toros de Sevilla exige y a la vez procura traer los que crea que después den el juego básico y fundamental para ese posible triunfo que todos desean, no digo ya en Sevilla, sino en cualquier plaza de toros, aunque después; puede ocurrir, como igual les pasa a los toreros, que las ilusiones se pueden truncar y ver que el esfaerzo realizado no tenga el final que unos y otros hubieran deseado.
Particularmente, les deseo a todos, ganaderos, matadores, banderilleros, picadores y, en definitiva, a los que con su participación es posible la realización de esta feria, el mayor de los éxitos, y poniéndome en la puerta de cuadrillas como uno más de ellos, decir en el momento de iniciar el paseillo la palabra que me sale de lo más profundo del corazón: ¡suerte!.
Manolo Vízquez es matador de toros.
Babelia
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