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Un confidente entregó las armas a los asesinos de Brouard, según la investigación judicial

Las dos armas empleadas por los asesinos del médico y dirigente de Herri Batasuna Santiago Brouard fueron adquiridas en París por un traficante que las modificó en Madrid y las entregó a Alberto Granados, confidente policial ligado con los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). Granados, muerto el 15 de agosto en Madrid a manos de su cuñado Miguel Ángel López Ocaña, fue quien las hizo llegar a los ejecutores materiales de Brouard, según investigaciones practicadas por el Juzgado de Instrucción número 1 de Bilbao.

La indagación sobre la muerte del político independentista se centra, en la actualidad, en las dos armas empleadas por los asesinos y en la presunta participación de un sargento de la Guardia Civil, apellidado Santamaría, en una reunión de ultraderechistas en Madrid en la que se trató del atentado contra Brouard antes de que llegara a perpetrarse.Alberto Granados Céspedes, según las investigaciones efectuadas, tuvo en su poder en Madrid la pistola Malty-Husquarna empleada para disparar seis proyectiles contra Santi Brouard en su consulta de Bilbao, el 20 de noviembre de 1984, y el subfusil Army-Jager que portaba el segundo de los agresores. Las dos armas fueron abandonadas en el lugar, de acuerdo con la táctica habitual de los mercenarios de los GAL.

La pistola Malty-Husquarna, de diseño finlandés, pertenece a una partida de 6.000 piezas que el Ejército de Suecia retiró del uso militar.

La empleada para disparar contra Brouard llegó al mercado negro de París, donde fue adquirida por un traficante español. Según el testimonio prestado en Bilbao ante el juez Arturo González Yagüe por Miguel Ángel López Ocaña -a instancias del abogado de la acusación particular, Txema Montero-, las armas empleadas en el atentado contra Brouard le fueron entregadas a su cuñado Alberto Granados por Juan José Díaz Rodríguez, actualmente encarcelado bajo acusación de venta ilegal de armas a los autores de un atraco perpetrado en una sucursal de Banesto en Madrid, con un botín valorado en más de 1.000 millones.

El subfusil Army Jager, de calibre 22 y fábricación italiana, era de venta legal en Francia como arma deportiva en la época en que fue adquirido por el mismo traficante y trasladado a Madrid. El traficante efectuó importantes modificaciones en la pistola y el subfusil antes de entregárselos a Alberto Granados.

Difícil de adquirir

La pistola finlandesa empleada para acribillar a Brouard es de muy difícil adquisición en el mercado negro. El fiscal Emilio Valerio Martínez, que solicitó en enero del año pasado ser relevado de la investigación sobre la muerte de Santiago Brouard, había solicitado a la policía, entre otras informaciones, datos acerca de las armas empleadas en el asesinato.La Comisaría General de Información, que dirige Jesús Martínez Torres, contestó a la petición en los primeros días del mes de mayo pasado con un informe que medios judiciales ligados a la investigación no dudan en calificar de escandaloso. En el trabajo no se aludía en absoluto a modificaciones practicadas en las dos armas, que luego han sido perfectamente establecidas. Según los medios citados, es imposible que el olvido de estos datos, que pueden llegar a ser relevantes en el curso de la instrucción del sumario, pueda deberse a impericia del personal de la Comisaría General de Información, al que se supone plenamente capacitado y especializado en tareas de este tipo.

El abogado de la acusación particular, Txema Montero, declaró ayer que esta circunstancia y la ausencia total de resultados en el trabajo de la policía sobre el asesinato de Brouard "ponen de manifiesto que la policía judicial, en este caso concreto, al menos, no existe". La investigación está siendo desarrollada, añadió el abogado Montero, desde instancias judiciales y desde la acusación particular, que él mismo representa.

Txema Montero lamentó, por otra parte, la filtración de un documento del sumario que recoge la declaración de Miguel Ángel López Ocaña el pasado mes de octubre ante el Juzgado de Instrucción número 1 de Bilbao. López Ocaña aseguró en aquella ocasión que uno de los ejecutores materiales del asesinato del dirigente de Herri Batasuna había sido su cuñado Alberto Granados, al que él mismo había dado muerte accidentalmente en Madrid el 15 de agosto de 1985 cuando manipulaba una pistola. Tanto Montero como el fiscal del caso Brouard, Fermín Hernández, reconocieron ayer que Granados no figura en el sumario como presunto autor de la muerte del médico y político vasco.

Adicto a la heroína

López Ocaña, adicto a la heroína y confidente policial, según él mismo afirma, se encuentra en la actualidad detenido en la prisión de Carabanchel (Madrid) acusado del homicidio voluntario de su cuñado, que le propuso en Madrid "subir al norte" para participar en el atentado contra "un médico etarra", a cambio de droga, y le explicó que era una buena ocasión para enrolarse en los GAL, porque tenían en proyecto extender su caza de etarras a Suramérica, donde reside más de un centenar de exiliados vascos.La filtración de la primera declaración prestada por López Ocaña es procesalmente inoportuna y puede dificultar la práctica de nuevas pruebas sobre el caso, declaró ayer el letrado Montero.

Miguel Ángel López Ocaña efectuó nuevas declaraciones tras la que ayer se conoció, de las que los investigadores del asesinato de Brouard concluyeron que Granados no había tenido participación material en el asesinato de Santiago Brouard, aunque facilitó las armas a los ejecutores del atentado.

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