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Shultz tratará el martes en Atenas el futuro de las bases estadounidenses

Con el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, el próximo martes le llega a Grecia la hora de la verdad sobre el futuro de las cuatro bases estadounidenses en su territorio. Cuando fueron elegidos por primera vez, en 1981, los socialistas de Andreas Papandreu prometieron cerrarlas. En 1983 se firmó un acuerdo que el Gobierno griego entiende como calendario de desmantelamiento y la parte norteamericana denomina acuerdo renovable.

Todo parece indicar que existe un plan conciliatorio por el que las bases, al menos la de Suda, en Creta, no tendrán que empezar a ser desmanteladas en septiembre de 1988. A sondearlo fue a Atenas, en febrero, Roseanne Ridgeway, subsecretaria de Estado, que trató de asfaltar algunos de los baches más importantes de la ruta política Washington-Atenas. También la visita a la capital griega que ayer concluyó sir Geoffrey Howe, ministro de Exteriores británico, se entiende como avanzadilla occidental de cara a la llegada de Shultz.Nadie espera que el premier Papandreu vaya a anunciarles a sus electores la prórroga de las bases de la muerte -como más de media Grecia las llamaba en pasadas campañas electorales- en cuanto hable con Shultz. Estados Unidos tiene plena confianza en el tacto bizantino de Papandreu. Sin la promesa de las bases nunca habría recibido en condiciones favorables los 40 aviones F-16 que pronto llegarán a Atenas de Estados Unidos. Shultz pulsará las posibilidades, pero no acorralará a un premier socialista que tiene que intentar ganar las elecciones municipales de octubre.

Un brusco giro de Papandreu en el tema del acuerdo defensivo greco-estadounidense deslizaría hacia los dos partidos comunistas a buena parte del electorado. Tampoco el agigantamiento de la derecha le conviene a Washington, dado que ésta no es capaz de movilizar mayorías convincentes. La táctica que se impone es centrar a Papandreu, convertir al Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) en un movimiento de izquierda occidental. Para ello, los moderados del PASOK tendrán que reducir a la vieja guardia, de reminiscencias prolibias y revolucionarias. Hace poco, el embajador estadounidense en Grecia, Robert Keeley, era citado por un corresponsal extranjero diciendo que "Papandreu es el político que mejor puede defender los intereses nacionales".

Para tratar de temas delicados, en Grecia se rifan a Shultz. Un diario prosocialista recreaba hace meses el tema de las películas de vaqueros, atribuyéndole al secretario de Defensa, Caspar Weinberger, el papel de malo del filme greco-estadounidense, y a Shultz, el de bueno. Pero ningún funcionario norteamericano desperdicia millas en sus viajes al avispero grecoturco. Siempre que vienen a Atenas van luego a Ankara, o viceversa, corno está haciendo Shultz. Del balance de sus declaraciones en Turquía dependerá mucho el clima que encontrara en Atenas.

Weinberger está intentando convencer al Congreso de que Turquía tiene derecho a más ayuda militar. Por ahora sigue en pie una enmienda que garantiza que por cada 10 dólares que reciba Turquía, Grecia obtendrá siete. Fuentes oficiales han declarado en Atenas que si se desequilibra esa regla de oro, Grecia se negará a firmar "acuerdo alguno" con Estados Unidos, bases incluidas.

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