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Los padres de la niña incurable intentan sin éxito carearse con un vidente que les prometio salvarla

Amelia Castilla

Los padres de Mercedes Rodríguez, la niña de 20 meses que sufre una enfermedad irreversible, intentaron ayer, sin éxito, mantener un careo ante la Prensa con José G. Silván, curandero y vidente de profesión, que, según dijeron, les había prometido que podía curar a su hija. Los padres, acompañados de varios periodistas, se presentaron en el domicilio de Silván, que se negó a recibirles. Emilio, el padre de Mercedes, aseguró además que Manuel Gómez Ordóñez -el oyente de una emisora que actuó como mediador con la familia- le había amenazado. El matrimonio volverá hoy a Bilbao para buscar un centro donde puedan atender a su hija, mientras la niña sigue internada provisionalmente en la ciudad sanitaria madrileña La Paz.

La pareja, que se ha alojado en el domicilio de una familia de la localidad de Móstoles que les recogió cuando llegaron a Madrid, llegó ayer, alrededor de las dos de la tarde, al despacho del vidente, situado en el número 14 de la calle de la Montera. Una mujer robusta abrió la puerta de la consulta. y aseguró que no sabía si estaba o no estaba Silván. "Nosotros no queremos saber nada. Váyanse o llamamos a la policía y a nuestro abogado", aseguró. El despacho del vidente se encuentra en la segunda planta de un edificio antiguo y oscuro. Un papel pegado a la pared con celo y en el que está escrito "Timbre de Silván" anuncia la consulta, que está al lado de la federación de ex carabineros. En el buzón, con la cerradura rota, hay una tarjeta con, su nombre y, dos palabras; tachadas: "Curandero y vidente". El padre describió al curandero como un hombre delgado, bajo, cetrino y de ' unos 40 años, "aunque dice que tiene 27".

Todos los intentos para que el vidente abriera la puerta y diera alguna explicación. fueron inútiles. Emilio Rodríguez, un hombre de origen humilde y de escasos recursos económicos, pedía a gritos la presencia de la justicia, mientras su esposa aseguraba que todo había sido un engaño y que les habían utilizado. "Nosotros, sospechábamos algo, pero nos dijeron que podían curar a la niña y quisimos; agotar el último cartucho", dijo. "Aquí nos han engañado, pero en Bilbao ya no sé qué hacer".

El padre, tras llamar a la policía, se personó en la comisaría de Centro para "poner una denuncia contra Gómez Ordóñez y contra el curandero por engaño y por darnos falsas esperanzas de curación", pero no pudo hacerlo porque carecía de pruebas.

Emilio Rodríguez aseguré que se había entrevistado con el vidente la tarde del pasado martes -el día que llegaron a la ciudad con la pequeña en brazos- "Su interlocutor, Gómez Ordóñez, no nos había dicho antes quién era porque el doctor no quena darse a conocer. Cuando llegamos a la consulta y vimos que era un vidente, nos quedamos muertos. Nos dijo que la niña tenía una infección intestinal y que la recuperación se llevaría a cabo cuando se atajara la infección. En seis meses iba a andar y tenía el corazón mejor que yo. Lo único que teníamos que hacer era confiar. Si no confiábamos, no se iba a curar".

Antes de ir al hospital a visitar a la niña, el padre aseguró: "Haremos lo posible por salvarla, aunque nos equivoquemos o nos tomen el pelo como ahora. Pero, si nada da resultado, mantengo que lo mejor es la eutanasia y que deje de sufrir".

La madre explicó: "En el hospital de Basurto donde estaba internada le iban a dar el alta para que se muriera en mi casa ,y yo eso no quiero verlo".

Gómez Ordóñez, el hombre al que la familia y la emisora Onda Verde acusaron de haber monta do esta historia, llamó ayer al matrimonio y Ie pidió que no hablara con nadie si quería salvar a la pequeña. Gómez Ordóñez, que se encontraba ayer ilocalizable, aseguró al padre, según afirmó éste, que "le iba a rajar de arriba abajo".

Los padres de la niña bilbaína se encontraban ayer en una situación lamentable. La madre, que no tenía dinero para coger un taxi, se encontraba perdida en una ciudad para ella desconocida y no sabía cómo llegar hasta el hospital para visitar a su hija, mientras el padre pedía a un periodista que aclarara a la policía lo que estaba ocurriendo porque él no sabía explicarse.

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