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El Vaticano mantiene secreto el nuevo documento Sobre la "teología de la liberación"

Juan Arias

El encuentro de los obispos brasileños con el papa Juan Pablo II y la curia romana concluyó el pasado sábado, a última hora de la noche, con una sesión secreta que impidió que se hiciera público el nuevo documento sobre la teología de la liberación. Existe un empeño formal del papa Wojtyla por que el Vaticano se interese mucho más de cerca por los graves problemas que agitan al episcopado brasileño.

Según el programa oficial, en la tarde del sábado el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del ex Santo Oficio, tenía que: haber informado a los obispos de Brasil sobre el nuevo documento Libertad cristiana y liberación, que aborda, la polémica cuestión de la teología de la liberación.Ayer, el viceportavoz del Papa, monseñor Nicolini, confesó a los periodistas que se le había exigido secreto total sobre la sesión. "No insistan", dijo, "porque: se: me ha pedido que no cuente nada de nada. Por eso no puedo decir ni cuántos obispos intervinieron, ni siquiera si hubo debate. Nada".

La explicación que se ha dado a este silencio informativo es que, puesto que el cardenal Ratzinger debía informar a los obispos sobre un documento tan delicado y aun secreto, no cabía ningún tipo de información. De ahí el que haya sido imposible conocer oficialmente si los obispos brasileños han acogido lavorablemente o no dicho documento, que tanto les atañe.

El comunicado final fue también una sorpresa. El secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, había confirmado que el texto iba ,a ser una especie , de mensaje des de Roma a la Iglesia de Brasil. Para redactarlo se nombré, una comisión formada por el cardenal francés Etchegaray, presidente de la comisión pontificia justicia y Paz, y por un obispo brasileño, el conservador Serafín Fernández Araujo.

Miedo a un enfrentamiento

Pero algo debió pasar en el último momento, ya que en realidad, el comunicado se ha convertido en un simple y genérico resumen de prensa que no dice nada. Realmente, el resumen de los debates lo hizo el Papa, con su discurso final. Juan Pablo II estuvo casi siempre presente en los debates, sin intervenir nunca, aunque se le vio a veces tomar notas. De su discurso ha quedado claro que personalmente está muy satisfecho de las reuniones, que la situación debía ser muy grave y que el miedo a un eventual enfrentamiento entre los obispos brasileños y la curia romana se había extendido tanto que el Papa llega. a calificar en su discurso de "gracia de Dios" el que dicho diálogo haya existido y se haya realizado en un clima de "cordialidad y fraternidad". Y esto a pesar, dijo el Papa, de que no se han escondido las "divergencias" ni se han ocultado "problemas, obstáculos, limitaciones y carencias de una Iglesia por otro lado universalmente estimada y admirada por su vitalidad y fecundidad".El mismo Casaroli, en la carta en que los convocaba, había adelantado que el encuentro pretendía que los; obispos de Brasil escucharan lo que Roma. piensa de ellos y, al mismo tiempo, que pudiesen decir abiertamente lo que ellos piensan de la curia romana.

El Papa se ha empeñado solemnemente en su discurse, en que desde ahora Roma se esforzará. por "conocer, comprender y compartir las situaciones concretas y los desafíos de todo tipo en que los obispos de Brasil ejercen su ministerio". Pero añadió en seguida que también la curia siente la exigencia de ser a su vez "comprendida y ayudada en su misión eclesial" por los obispos brasileños. Por lo que se refiere al difícil diálogo de los obispos entre sí, el Papa les dijo textualmente: "Estoy seguro de que no me interpretaréis mal si os digo que vale más un solo paso dado en la dirección de la comunión en el seno de la Conferencia Episcopal que 10 con el riesgo de mortificar o incluso quebrar dicha comunión".

Los obispos acabaron invitando a los prefectos de la curia a visitar Brasil, para que puedan así comprender desde cerca los problemas, ya que en la Iglesia de aquel país suele decirse que desde las estrechas ventanas del ex Santo Oficio no será posible nunca comprender a fondo lo que está acaeciendo en una Iglesia joven, en plena ebullición, llena de fermentos, de novedades y de problemas de todo género.

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