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Francia, se dispone a 'invadir" los estómagos españoles

Más de medio millón de personas visitaron el salón Alimentaria 86

Enric González

La industria alimentarla francesa ha sido la gran protagonista de Alimentaria 86, el salón profesional que esta semana ha celebrado su cuarta edición en Barcelona con la asistencia de más de 500.000 visitantes. Francia ha dado en este salón su primer paso para hacer valer en España su condición de primera potencia alimentaria europea y para invertir el signo de la balanza comercial con España en el sector de la alimentación, que hasta ahora le es muy desfavorable.Los franceses, como el resto de los expositores, se niegan a hablar de cifras de negocio o de resultados concretos, porque muchos de los tratos cerrados verbalmente en los stands feriales con una copa de calvados en la mano no llegan a concretarse. Chistian de Préval, director de Sopexa-España, comenta que "muchos españoles se han interesado por importar nuestros productos y hemos cerrado muchos tratos. Pero hay que ser realista: veremos qué pasa cuando se enfrenten al papeleo, a los problemas de aduana y a todos los inconvenientes de esta actividad. Muchas palabras se las llevará el viento".

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Sopexa es una sociedad anónima formada por distintos sectores alimentarios galos en la que el Estado francés participa en un 40%. Está establecida en 24 países, uno de ellos España, donde llegó el año pasado. Christian de Preval es el director de Sopexa-España y el encargado, por tanto, de cuidar en este país de la buena imagen de los alimentos y bebidas franceses.

El ingreso de España en la Comunidad Europea (CE) y la consiguiente supresión de aranceles hace esperar una invasión de productos alimentarios europeos. El sector lácteo español, que sufre los problemas derivados de una leche de calidad mediocre y cuya recogida diaria es cara por lo montañoso del terreno, parece el primer objetivo de esta invasión. Preval no puede evitar una sonrisa cuando se le habla de la leche y sus derivados (Francia es el tercer productor mundial, tras la URSS y Estados Unidos, y el primer productor europeo). "La industria francesa no tiene una estrategia determinada respecto al sector lácteo español. Hay contactos entre empresas que colaboran de muy distintas formas. España no produce suficiente leche e importa cisternas de Francia".

La leche francesa, sin embargo, no participa en el mercado español sólo con cisternas. También son en buena parte franceses los productos Danone, tanto por la materia prima como por el capital. O los productos Yoplait. O los de la firma Belisa (La Vaca que Ríe). O algunos productos Arias. O el queso Caprice des Dieux, que se fabrica desde hace tiempo en España.

No habrá, pues, una invasión masiva de productos lácteos llegados de Francia, porque dichos productos ya están aquí. Y tampoco una compra masiva de empresas españolas por capital francés. "Sería contraproducente" opina Preval. "Es preferible mantener una industria autóctona porque de lo contrario el consumo bajaría automáticamente". Y a esa industria española se le puede seguir vendiendo leche o entrar en su accionariado o establecer cualquier otra forma de colaboración".

Una presencia silenciosa

La silenciosa presencia francesa en el sector alimentario español no se limita al sector lácteo. Gran parte de la merluza fresca o congelada que se vende en España llega diariamente desde Francia, así como ostras y otros productos del mar. En el sector cárnico también está introducido el país vecino, cuyo cupo de exportación para 1986 asciende a 20.000 toneladas de vacuno, entre las que se incluyen 12.000 cabezas de ganado vivo. Este cupo es el oficial, fijado por los organismos comunitarios de Bruselas, al margen del cual una buena cantidad de carne francesa llega cada año al mercado español de forma clandestina, debido al fuerte déficit de esta carne en los mercados españoles.En ocasiones, Francia está presente en la alimentación española sin estarlo realmente. Esta es la paradoja de las imitaciones. La imagen de Francia aparece, por ejemplo, en los productos fabricados por empresas españolas bajo denominaciones como paté de foie, camembert, roquefort o champagne (que aún lo hay, pese al prestigio del cava catalán), denominaciones que legalmente sólo pueden ostentar los productos franceses elaborados en regiones concretas. Préval señala que "no vamos a intentar perseguir de momento a estos imitadores. De hecho, con su actitud confirman la imagen selecta de los productos franceses".

La ofensiva alimentaria francesa, cuyos próximos episodios se centrarán en los productos congelados y precocinados y en los vinos y alcoholes, no debe hacer pensar que España se encuentra en inferioridad. Al contrario. La balanza comercial España-Francia en este sector se inclina claramente hacia la parte española. Según datos de la Aduana francesa, en 1985, España exportó a Francia productos agrícolas y manufacturados por valor de 112.000 millones de pesetas, mientras que en sentido inverso el comercio ascendió a 46.020 millones, menos de la mitad. En el apartado de pesca, España exportó por valor de 90.260 millones, mientras Francia lo hizo por 25.080 millones. En cuanto a las bebidas, la balanza está casi equilibrada: 21.940 millones de pesetas por parte española contra 20.960 millones por parte francesa.

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