Una cita histórica
LA SONDA europea Giotto culminó ayer con éxito una cita histórica con un viejo amigo de la humanidad: el cometa Halley. Los europeos, gracias a la unidad de esfuerzos y a la tecnología, debemos felicitamos por haber podido dar una especial bienvenida a este astro errante que visita la Tierra cada 76 años. Desde que fuera observado por primera vez por astrólogos chinos en el 613 antes de Jesucristo, este extraño cuerpo celeste ha sido asociado a las más extrañas supersticiones. Al borde del siglo XXI los científicos; sabían ya que el cometa no eran sino una "bola de nieve sucia", pero también sabían que en su viaje eterno atesora secretos sobre el origen de nuestro universo. Una flota de naves terrestres, dos japonesas, dos soviéticas y una europea, acudieron a su encuentro. La europea, la pequeña Giotto, dirigida al corazón del cometa, superó con éxito la nube de polvo cósmico y llegó a estar a 670 kilómetros, del núcleo del cometa, una distancia irrisoria si pensaninos que se encontraba a más de 140 millones de kilómetros de la Tierra y que la cita se produjo a velocidades inimaginables. Dos mil imágenes electrónicas viajaron a la Tierra para dejar constancia del encuentro y facilitar la mejor información obtenida hasta ahora sobre las características del cometa. Los científicos indican que el corazón de esa estrella errante es negro, polvoriento. Hielo, agua, carbono, oxígeno, hidrógeno y metales como el hierro, el cobre, el cobalto, el niquel forman su núcleo. Tal vez no sea la imagen de la belleza que muchas veces los humanos buscan en las estrellas. Pero la belleza de esta gesta histórica está en el esfuerzo que los europeos hemos hecho y que demuestra que cuando el Viejo Continente pone los medios necesarios es capaz de competir con las grandes potencias.
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