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ELECCIONES LEGISLATIVAS EN FRANCIA

Mitterrand deja entender que se plantearía dimitir si arrasa el centro-derecha

Soledad Gallego-Díaz

"De pequeño, yo quería ser rey o papa". François Mitterrand ha elegido este momento, cuando sólo faltan tres días para las elecciones legislativas, para confiar sus sueños infantiles a un cantante de rock, Renaud, famoso por una feroz canción contra Margaret Thatcher. Sus relajadas declaraciones a la revista Globe han coincidido con los rumores lanzados por sus colaboradores en el Elíseo, según los cuales el presidente de la República podría dimitir si la oposición obtiene el día 16 una mayoría demasiado aplastante.

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"Éstas son unas elecciones bien extrañas, muy distintas de las anteriores". Jean-Luc Parodi, de la Asociación Francesa de Ciencias Políticas, enumera al menos cinco elementos nuevos: "El sistema electoral será proporcional; la izquierda acude desunida; está presente, por primera vez, la extrema derecha; es probable que los resultados den paso a una situación inédita, la cohabitación (presidente socialista y Gobierno de centroderecha); y se celebran simultáneamente, también por primera vez, comicios legislativos y regionales". Suficiente para hacer de la consulta del domingo unas elecciones sin precedentes en Francia. El anuncio de que el presidente -apodado el florentino por su gran capacidad de maniobra- amenaza con marcharse sirve para añadir en el último minuto una dosis adicional de incertidumbre y pimienta.Hasta ahora, los portavoces del PS y del Gobierno se habían limitado a explicar que, en el caso de que haya que nombrar un primer ministro conservador, se plantearía una situación difícil, una batalla institucional, pero asegurando al mismo tiempo que el presidente se mantendría en su puesto.

Cuando sólo faltan tres días para las elecciones parecen haberse decidido a dar un vuelco de 180º y explotar al máximo un elemento que puede influir en el voto de los indecisos.

Nebulosa sobre el día 17

El propio Mitterrand se ha encargado de sumir en una nebulosa cuál será su actitud si el 17 por la mañana se ve obligado a llamar a un primer ministro claramente hostil. Primero dijo que, pasara lo que pasara, se quedaría en el Elíseo "para garantizar la cohesión y unidad nacional". Luego aprovechó su última intervención pública en la campaña para insinuar que podría dimitir si la nueva mayoría se empeñaba en arrebatarle sus funciones de jefe de Estado.Ahora, cuando los dados ya parecían tirados, Mitterrand vuelve a aparecer en primer plano y encarga a sus consejeros que filtren a la Prensa que "no descarta" la posibilidad de marcharse "si la oposición obtiene un resultado demasiado desproporcionado". Portavoces cercanos al presidente del RPR (gaullista), Jacques Chirac, aseguran que se trata de una "maniobra de dramatización" y que Mitterrand está simplemente amenazando para evitar que el nuevo Gobierno ponga en marcha su programa, y muy especialmente la privatización de las empresas públicas.

Chirac no tiene ningún interés en elecciones presidenciales anticipadas, que se convertirían, sin duda, en un duelo entre el candidato socialista y Raymond Barre. "No hay ningún motivo por el que no podamos coexistir armoniosamente si todo el mundo respeta la Constitución", afirman, tranquilizadores, en la sede del RPR. "Si Mitterrand impide que el primer ministro gobierne será él quien tenga que asumir la responsabilidad de provocar un a grave crisis institucional", añaden.

"No es una amenaza", dice Lionel Jospin, primer secretario del PS. "El presidente no aceptará las privatizaciones, ni la supresión de las leyes Aurox (derechos de los trabajadores), ni una política exterior o una diplomacia que no concuerden con sus ideas". Aviso para navegantes: si Chirac u otro primer ministro no quiere provocar la crisis tendrá que olvidar momentáneamente (es decir, hasta 1988, en que se pone en juego la presidencia) cualquier modificación en estas cuestiones tabúes.

Mientras los restantes dirigentes políticos se agitan y pisan el acelerador ante las últimas 48 horas de campaña, François Mitterrand, hace gala de una tranquilidad real. "En el fondo he fracasado", le explicó a Renaud; "tengo hoy día el poder de un monarca constitucional, pero no he logrado todavía el de un papa".

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