Del referéndum

Con relación a los manifiestos firmados por los intelectuales a favor de la salida o permanencia de España en la Alianza Atlántica. Personalmente siento el mismo respeto y cariño por José Luis Aranguren, Rosa Montero o Francisco Umbral, firmantes pidiendo el no, que por Juan Cueto, Javier Pradera o Juan Benet, pidiendo el sí, seguiré leyendo exactamente con el mismo entusiasmo los artículos de Juan Cueto que los de Francisco Umbral; otra cosa será que comparta una u otra posición.Sólo existe una diferencia, que mientras desde el Gobierno o el partido socialista no he oído ninguna crítica ni descalificación hacia los intelectuales que piden la salida de España de la OTAN, sí, por el contrario, los líderes que forman la plataforma (CEOP) han hecho graves acusaciones y descalificaciones hacia los firmantes a favor de la permanencia en la OTAN; se les ha acusado de que están vendidos al Gobierno.

Ramón Tamames, que ya nos tiene acostumbrados a descalificar a todas las personas que no piensan como él, ha tenido la desfachatez de decir algo así como que son "los colocados del pesebre del Gobierno". Sinceramente creo que si alguien está colocado en este país es él, que, aparte de ser catedrático y otras muchas cosas (y no voy a entrar a opinar si con tanto ajetreo como tiene en este momento tiene un poco descuidada o no su cátedra), nos hernos enterado por el Ombudsman de EL PAÍS que también forma parte del Consejo de Administración de PRISA, o sea, de este periódico.

Entre los intelectuales firmantes a favor de la permanencia en la Alianza Atlántica se encuentra el profesor Severo Ochoa, premio Nobel de Medicina. Yo les pregunto: ¿también van a tener la desvergüenza de decir que el profesor Ochoa se ha vendido al Gobierno?

Personalmente he sufrido ese talante intolerable que están demostrando algunas personas; hace unos días me ofrecieron propaganda a favor de la salida de la OTAN; correctamente les contesté con el mismo eslogan que esta iban preconizando: "Dejadme en paz". Sin venir a qué, dándome voces, me llamaron militarista; asombrada e indignada, yo les pregunto: ¿Es este el respeto que les merecemos los ciudadanos?.-