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Los católicos, 'verdugos' de Marcos

La Iglesia católica filipina ha contribuido poderosamente al cambio político en Filipinas, y quien mejor simboliza esa ayuda al relevo que acabó con 20 años de dictadura de Ferdinand Marcos es el cardenal arzobispo de Manila, Jaime Sin, máxima jerarquía de la Iglesia en el único país católico de Asia, donde el 90% de los 60 millones de habitantes sigue fiel a la religión que llevaron hace 400 años los colonizadores españoles.El cardenal Sin, de 57 años de edad, el penúltimo de una familia de 16 hijos, de padre chino y madre filipina, no ocultó nunca, -sin pronunciarse- oficialmente, durante la pasada elección presidencial, de parte de quién estaba en la contienda. Su apoyo a Corazón Aquino y a la oposición moderada que representaba, quedó patente en numerosas ocasiones.

Unos día antes de las elecciones del 7 de febrero, los 104 obispos filipinos, con Sin a la cabeza, hicieron público un comunicado en el que acusaban a Marcos de manipular la elección presidencial y sugerían una campaña de desobediencia civil pacífica para protestar por los resultados.

La contribución de la Iglesia católica al cambio se puso de manifiesto también en la masiva participación de sacerdotes y monjas, junto a estudiantes de colegios religisos, en el movimiento cívico Namfrel, encargado del seguimiento y control electoral, para evitar los pucherazos.

El pasado domingo, más de un millón de filipinos, seguidores de Corazón Aquino, acudieron al centro de Manila para asistir a una misa de acción de gracias, que fue oficiada por el cardenal Sin, auxiliado de varios obispos. Entre los asistentes había multitud de monjas, sacerdotes y religiosos católicos, que simbolizaban con su presencia el apoyo a la democracia.

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