Una muestra recoge la 'arquitectura fantasma' de la ciudad
Madrid no construido es el título de una exposición que pretende acercar al público esa ciudad imaginaria que quedó plasmada en miles de proyectos que murieron empolvados en libros, revistas y archivos, ideas sugerentes que nunca llegaron a encarnarse.La muestra, que recoge más de medio millar de originales diseños arquitectónicos desde el siglo XVIII a nuestros días, inaugurada ayer, quedará expuesta durante dos meses en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), en el número 12 de la calle de Barquillo.
El onírico proyecto de instalar un gigantesco huevo luminoso en la plaza de Colón o la pretenciosa construcción de un canal fluvial qué conectara Madrid con Lisboa son algunas de las sugerentes ideas expuestas en una muestra que bien podría llamarse Del Madrid que no fue.La exposición, fruto del trabajo de dos años de investigación por un equipo dirigido por el arquitecto Alberto Humanes, pretende recrear la historia de las construcciones no edificadas en Madrid desde principios del siglo XVIII. Proyectos originales que sólo recuerdan de lejos el resultado final, como es el caso de la catedral de La Almudena, se alternan con soluciones urbanísticas concretas y con propuestas utópicas de un Madrid de ensueño.
Proyecto de Goya
Se abre la muestra con algunos de los proyectos iniciales del palacio Real, de la mano de Saccheti, Ribera o Juvara. Pero lo que más llama la atención al profano en la materia es, sin lugar a dudas, esa especie de mausoleo piramidal concebido por Goya en memoria de las víctimas del 2 de mayo.El boceto de Goya o el reproducido años después por un autor desconocido sirvieron -quizá de inspiración a Luis Moya Blanco, quien concibió en plena guerra civil un proyecto de clara reminiscencia faraónica bajo el título de Sueño arquitectónico para una exaltación nacional. El frustrado monumento habría albergado un centro cívico en la plaza de la Moncloa.
Volviendo atrás en el tiempo nos encontramos, en 1881, con el proyecto inicial del Marqués de Cubas para la catedral de la Almudena, de claro sabor neogótico, que contrasta con su desnudez actual. Diez años después, y con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de América, Alberto del Palacio concibe una pretenciosa idea que gozó del reconocimiento internacional. Se trataba de construir una gigantesca esfera sobre una base de hierro en el corazón del parque del Retiro, con un planetario, restaurantes y otros servicios en su interior, al tiempo que permitiría unas vistas privilegiadas de la ciudad. El proyecto no prosperó y Madrid perdió la oportunidad de contar con su propia torre Eiffel.
En los últimos años de su vida, Del Palacio diseñó una reforma de la Puerta del Sol, a la que pretendía dar "una prestancia clásica y monumental", acorde con la arquitectura de reminiscencias imperiales de la posguerra. Poco tenía que ver esta reforma con la reciente remodelación emprendida por el Ayuntamiento o con los proyectos más modestos de mediados del pasado siglo.
El trabajo de urbanistas y arquitectos se centró en el siglo XIX en el ensanche de la ciudad. Arturo Soria se une con su proyecto de ciudad lineal, en 1894, a las ambiciosas ideas que años antes habían propuesto Carlos María de Castro y Angel Fernández de los Ríos.
Una idea de Felipe II
Corrían ya los primeros años de un nuevo siglo cuando Felipe Mora recogió la sugerente idea que Felipe Il encargara ya en 1561 al ingeniero Antonelli: convertir Madrid en puerto fluvial, gracias a la canalización de los ríos Manzanares, Jarama y Tajo hasta la ciudad de Lisboa. El complejo proyecto, que ya preveía la construcción de un parque lineal en el pequeño río madrileño, debió parecer poco viable en aquellos tiempos.La puerta de Alcalá embalada en las telas del excéntrico Java cheff Christo, los ambiciosos proyectos del viaducto sobre la calle de Segovia, los concursos para la construcción de la universidad Autónoma, las propuestas para un palacio de la Opera y los rascacielos que flanquean el paseo de la Castellana -antítesis de la onírica avenida proyectada por Pedro Núñez Granes- son algunas de las secuencias más recientes de este Madrid soñado, plasmado también en las tapas de un suculento libro.
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