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EL ASESINATO DEL PRIMER MINISTRO SUECO

Estupor y congoja en Suecia

Suecia despertó esta madrugadabajo el estupor y la congoja de la trágica muerte del primer ministro, Olof Palme, en un atentado cometido anoche en una calle céntrica de Estocolmo. Palme había acudido al cine acompañado de su esposa, Lisbeth, cuando fue herido de un balazo por un individuo que no ha sido identificado y que huyó tras consumar el atentado. Palme fue conducido a un hospital cercano, junto con su esposa, y falleció pasada la medianoche del sábado. Lisbeth Palme resultó levemente herida.La desaparición de Palme supone para Suecia una pérdida de imprevisibles consecuencias. Más allá de los mecanismos que prevén la continuidad de la vida institucional, su desaparición y los móviles que puedan haber existido detrás del atentado crear, una situación de incertidumbre e inquietud política en el país. La vida política de Suecia estaba marcada por su desarrollo pacífico dentro de las lógicas controversias de la pluralidad de partidos. Los políticos suecos no suelen llevar escoltas especiales en sus desplazamientos.

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Palme era, sin embargo, el político que más enconados adversarios tenía, y en los últimos tiempos había sido víctima de una tenaz y sutil campaña de desprestigio político por parte de diversos medios de comunicación. Su encarnizada defensa de la pollítica de neutralidad de Suecia fue presentada como una predisposición favorable hacia una de las superpotencias. Se le acusó de debilidad frente a las supuestas violaciones territoriales del espacio marítimo sueco, que los medios de comunicación daban por sentado provenían de la Unión Sovietica, pero sin que presentaran las pruebas irrefutables de ello.

En el plano interno, la política económica de su Gobierno, la continuidad de una línea de su partido tendente a preservar el estado de bienestar para todos los Ciudadanos, fue presentada, y no sólo en las campañas preelectorales, como un intento de conducir a Suecia hacia un tipo de economía colectivista. Sin embargo, esa pollítica no sólo no modificó la economía de mercado, sino que las grandes industrias suecas nunca obtuvieron tantos beneficios como en los períodos de gobierno socialdemócrata.

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