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REVUELTA EN EGIPTO

La crisis económica amenaza la democratización iniciada por Mubarak

El amotinamiento de la policía paramilitar en El Cairo y los consiguientes disturbios se enmarcan en un ambiente político enrarecido en cuyo trasfondo está la grave crisis económica que padece Egipto, que amenaza con acabar con la tímida experiencia democrática iniciada en 1984, cuando el presidente Hosni Mubarak logró convocar unas elecciones legislativas en un clima de relativa libertad.

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El hecho de que la democracia sui generis introducida hace dos años esté en peligro no significa que la oposición parlamentaria conservadora o la de inspiración izquierdista o integrista islámica estén en buena posición para hacerse con el poder. Al contrario, la opción parece ser más bien el mismo Gobierno, aunque con métodos más autoritarios, como lo dio a entender el propio Mubarak el pasado 2 de febrero.Sin acusar a nadie en concreto, pero en un tono más enérgico que de costumbre, el presidente denunció ese día en su discurso pronunciado ante el congreso de la Academia de Investigación Científica "la actitud irresponsable" de aquellos que "abusan de la democracia propagando, por ejemplo, falsos rumores".

Esta actitud, que no dudó en comparar con "un apuñalamiento de la democracia por la espalda", constituye, afirmó, "un grave peligro que se cierne sobre los intereses egipcios del conjunto de nuestro pueblo". "Se trata", concluyó, "de un grave precedente que puede provocar un caos en el país".

Los agentes rebeldes, que sufren el efecto de la crisis económica, se han ensañado contra los símbolos del poder y de la riqueza -comisarías de policía y hoteles de lujo- y a sus saqueos se han sumado transeúntes espontáneos también afectados por la recesión y la consiguiente pérdida de su ya escaso poder adquisitivo.

Egipto, de 49 millones de habitantes, que importa el 60% de los productos alimentarios que consume, padece una grave escasez de divisas por el bajón de sus ingresos proporcionados por las explotaciones de petróleo, las remesas de los tres millones de emigrantes por el golfo Pérsico y Libia, el turismo y el pago de los derechos de peaje por la navegación a través del canal de Suez.

La reducción en unos 200.000 barriles diarios de la producción petrolera y la disminución de su precio, que oscila ahora entre 19 y 16,5 dólares el barril, suponen para las arcas locales una pérdida de. entre dos y 2,5 millones de dólares diarios. Por si esto no bastase, la divisa norteamericana se devalúa constantemente en relación a las monedas de los países de Europa occidental, que son sus principales proveedores.

Disminución de ingresos

Las transferencias de los trabajadores en el extranjero son más difíciles de calcular porque algunos fondos evitan transitar por los cauces legales del sistema bancario para ser cambiados en el mercado negro, donde la cotización del dólar es mucho más elevada. Mientras las estadísticas oficiales evalúan su disminución el año pasado en tan sólo 250 millones de dólares, algunos banqueros occidentales residentes en El Cairo la calculan en cuatro veces más.Los derechos de peajes abonados por los barcos que utilizan el canal de Suez experimentaron también un bajón de 60 millones de dólares durante el anterior año fiscal y, a pesar de un ligero incremento en el mes de enero pasado, es probable que en el próximo ejercicio se sitúen por primera vez desde hace años por debajo de los 900 millones a causa de la disminución del tráfico de petroleros.

Las divisas proporcionadas por el turismo siguen el ritmo decreciente y alcanzaron tan sólo 300 millones de dólares el año pasado, un 50% menos que en 1984, a pesar de que la devaluación de la libra egipcia debería incitar a los extranjeros a visitar el país.

Todo esto ha obligado al Gobierno a diferir parte del pago de la deuda externa, evaluada en 3 1.000 millones de dólares por el Fondo Monetario Internacional; aplazar numerosas inversiones generadoras de empleo y reducir drásticamente las importaciones.

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