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México cambia las reglas del juego con la banca internacional para negociar su deuda

Joaquín Estefanía

México, el mayor deudor de América Latina tras Brasil, ha cambiado las reglas del juego con la banca internacional. Esta es la principal consecuencia del último discurso del presidente, Miguel de la Madrid. El cambio coincide con el anuncio de que los 11 países del consenso de Cartagena endurecerán sus posiciones esta semana. En cualquier caso, los próximos días serán decisivos para la posición que tome la región sobre el pago de su deuda de 368.000 millones de dólares (más de 55 billones de pesetas).

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Un libro de Alan Riding, periodista nacido en Brasil y educado en Inglaterra, se ha convertido en uno de los grandes éxitos de ventas de México. Riding, corresponsal en la capital azteca durante varios años para publicaciones como Financial Times, The Economist y The New York Times, ha descrito en Vecinos distantes un retrato de los mexicanos. Riding dice en el libro: "El lenguaje formal y oscuro probablemente sea el arma principal de autodefensa del mexicano. Usando palabras y frases que aparentemente carecen de sentido puede proteger sus emociones, evitar el riesgo de comprometerse e incluso prodigar alabanzas sin sentirse servil... "El lenguaje sirve de campo neutral donde las personas pueden relacionarse sin peligro de confrontación... Como el uso de un lenguaje directo implicaría un compromiso, gran parte de los discursos oficiales son conceptuales, y defienden principios y valores que la mayoría de los Gobiernos ignora en la práctica".El discurso de Miguel de la Madrid fue conceptual, pero de él podrían desprenderse algunos argumentos sin paliativos; por ejemplo, que no habrá suspensión de pagos bilateral de México, como sucedió en el verano de 1982. Sin embargo, ha habido analistas que han interpretado todo lo contrario: la moratoria está ahí, a la puerta de la esquina.

Uno de estos analistas ha dicho incluso: "La moratoria está entre nosotros. Como el cuerpo inmaterial de Cristo, misteriosamente sustanciado en la hostia, así la decisión mexicana de no pagar se sustanció ayer [por el viernes] en el discurso presidencial bajo la fórmula 'ajuste del servicio de la deuda a la capacidad real de pago del país'. Quien recuerde que la baja del crudo ha quitado al país ingresos por 6.000 millones de dólares deberá entender que la expresión 'ajuste a la capacidad real de pago' quiere decir en principio reducción del pago de 6.000 millones de dólares".

En cualquier caso, la polémica no cejará hasta que se conozcan las condiciones reales del paquete de rescate financiero de México, que sus funcionarios han ido a negociar a Washington y Nueva York. Ayer mismo ya había partido para Estados Unidos Miguel Ángel Gurría, el hombre de la deuda, la persona de calle que tiene el omnipotente secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog. El resto de los funcionarios que se las tienen que ver con el comité de bancos, presidido por el City Bank, el Fondo Monetario Internacional, el Banco, Mundial y el Gobierno norteamericano, partirá en las próximas horas hacia Estados Unidos. El centro de la atención se desplaza pues al imperio.

Sin embargo, hay dos cosas claras dentro del cambio de la reglas del juego: que los acreedores son corresponsables y que deberán asumir una cuota importante de sacrificio; segundo, que el ritmo del nuevo ajuste interno contará con la resistencia de las autoridades mexicanas. De la Madrid lo dejó claro. "Nosotros decidiremos cuándo, cómo y en qué forma llevar a cabo las medidas de política económica, sin aceptar supeditaciones".

La actitud de fuerza del Gobierno mexicano, si al final se produce, tendrá un apoyo moral importante en la reunión que durante toda la semana mantendrá el Grupo de Cartagena en Punta del Este (Uruguay). Los Gobiernos de Argentina y Uruguay ya han anunciado un "endurecimiento" de la posición del grupo frente a las pretensiones de los acreedores. Los dos países del Cono Sur propugnarán la progresiva revalorización de las materias primas y una disminución de dos puntos en los tipos de interés preferenciales.

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